Todos hemos oído alguna vez que si éste es un TP, que si es agresivo, o amenazante, que no sabemos dónde puede llegar cuando se enoja o le provocan en una situación determinada.
Me gustaría intentar aclarar un poco que es realmente un trastorno de personalidad y las consecuencias que tiene para el que lo padece y para los que conviven con él.
Un “Trastorno de Personalidad” según el DSM-V, es un patrón permanente de experiencia interna y comportamiento que se aparta significativamente de las expectativas de la cultura del sujeto. Puede afectar dos o más de las siguientes áreas:
1. COGNICIÓN,
formas de percibir o interpretarse a uno mismo, a los demás y a los acontecimientos
2. AFECTIVIDAD,
2. AFECTIVIDAD,
en cuanto se refiere a la gama, intensidad, labilidad y adecuación de la respuesta emocional
3. FUNCIONAMIENTO INTERPERSONAL
4. CONTROL DE LOS IMPULSOS
Éste patrón es persistente e inflexible, extendiéndose a una amplia gama de situaciones personales y sociales. Provoca malestar clínico significativo o deterioro social/laboral/familiar/personal. Es un patrón estable y de larga duración, con inicio en la adolescencia o al principio de la edad adulta. No es atribuible como consecuencia ni manifestación de otro trastorno mental, ni es debido a los efectos fisiológicos de alguna sustancia (drogas, fármacos) ni a una enfermedad médica (tumor cerebral, traumatismo craneal,…)
Lo que empieza a llamar la atención, y a mi modo de ver es muy importante, es la certeza de que ese patrón conlleva una larga evolución, y no sólo es una respuesta a una situación de estrés que está afectando al sujeto.
Theodore Millon (Manhattan, 1928-Greenville Township, 29 de enero de 2014) fue un psicólogo estadounidense pionero en la investigación sobre la personalidad, y valoraba la diferencia entre un TP y una personalidad sana.
Un “trastorno de personalidad” es un modo particular y patológico de ser y comportarse que:
· Es omnipresente, es decir, se pone de manifiesto en la mayor parte de las situaciones y contextos, y abarca un amplio rango de comportamientos, sentimientos y experiencias.
· No es producto de una situación o acontecimiento vital concreto, sino que abarca la mayor parte del ciclo vital del individuo.
· Es inflexible, rígido.
· Dificulta la adquisición de nuevas habilidades y comportamientos, especialmente en el ámbito de las relaciones sociales, perjudicando el desarrollo del individuo.
· Hace al individuo frágil y vulnerable antes situaciones nuevas que requieren cambios.
· No se ajusta a lo que cabría esperar para ese individuo, teniendo en cuenta su contexto sociocultural.
· Produce malestar y sufrimiento al individuo o a quienes le rodean: provoca interferencias en diversos ámbitos (social, familiar, laboral, etc.)
· El malestar es más bien consecuencia de la no aceptación por parte de los demás del modo de ser del individuo más que una característica intrínseca del trastorno. En general suelen ser ego-sintónicos (de acuerdo con el Yo).
· La conciencia de enfermedad o anomalía es escasa o inexistente.
En cambio una “personalidad sana” se caracteriza por:
· Ser adaptativa.
· Su flexibilidad.
· Tener un funcionamiento autónomo y competente en diferentes áreas de la vida.
· Habilidad para establecer relaciones interpersonales satisfactorias.
· Capacidad para conseguir metas propias, con el consiguiente sentimiento de satisfacción subjetiva.
3. FUNCIONAMIENTO INTERPERSONAL
4. CONTROL DE LOS IMPULSOS
Éste patrón es persistente e inflexible, extendiéndose a una amplia gama de situaciones personales y sociales. Provoca malestar clínico significativo o deterioro social/laboral/familiar/personal. Es un patrón estable y de larga duración, con inicio en la adolescencia o al principio de la edad adulta. No es atribuible como consecuencia ni manifestación de otro trastorno mental, ni es debido a los efectos fisiológicos de alguna sustancia (drogas, fármacos) ni a una enfermedad médica (tumor cerebral, traumatismo craneal,…)
Lo que empieza a llamar la atención, y a mi modo de ver es muy importante, es la certeza de que ese patrón conlleva una larga evolución, y no sólo es una respuesta a una situación de estrés que está afectando al sujeto.
Theodore Millon (Manhattan, 1928-Greenville Township, 29 de enero de 2014) fue un psicólogo estadounidense pionero en la investigación sobre la personalidad, y valoraba la diferencia entre un TP y una personalidad sana.
Un “trastorno de personalidad” es un modo particular y patológico de ser y comportarse que:
· Es omnipresente, es decir, se pone de manifiesto en la mayor parte de las situaciones y contextos, y abarca un amplio rango de comportamientos, sentimientos y experiencias.
· No es producto de una situación o acontecimiento vital concreto, sino que abarca la mayor parte del ciclo vital del individuo.
· Es inflexible, rígido.
· Dificulta la adquisición de nuevas habilidades y comportamientos, especialmente en el ámbito de las relaciones sociales, perjudicando el desarrollo del individuo.
· Hace al individuo frágil y vulnerable antes situaciones nuevas que requieren cambios.
· No se ajusta a lo que cabría esperar para ese individuo, teniendo en cuenta su contexto sociocultural.
· Produce malestar y sufrimiento al individuo o a quienes le rodean: provoca interferencias en diversos ámbitos (social, familiar, laboral, etc.)
· El malestar es más bien consecuencia de la no aceptación por parte de los demás del modo de ser del individuo más que una característica intrínseca del trastorno. En general suelen ser ego-sintónicos (de acuerdo con el Yo).
· La conciencia de enfermedad o anomalía es escasa o inexistente.
En cambio una “personalidad sana” se caracteriza por:
· Ser adaptativa.
· Su flexibilidad.
· Tener un funcionamiento autónomo y competente en diferentes áreas de la vida.
· Habilidad para establecer relaciones interpersonales satisfactorias.
· Capacidad para conseguir metas propias, con el consiguiente sentimiento de satisfacción subjetiva.
Dentro de los trastornos de personalidad, existen cuatro diferentes subtipos:
GRUPO A, considerados como trastornos de rareza o excentricidad, y son:
- a. TP Paranoide
- b. TP Esquizoide
- c. TP Esquizotípica
- a. TP Antisocial
- b. TP Límite
- c. TP Histriónico
- d. TP Narcisista
- a. TP Evitativo
- b. TP Dependiente
- c. TP Obsesivo-compulsivo
- a. Cambio de la Personalidad por afección médica
- b. TP Especificado
- c. TP NO Especificado
Como puede verse, hay mucho que desarrollar y no es mi intención hacer una monografía tan densa y completa.
Prefiero explicar a grandes rasgos características básicas de cada una de ellas en base a saber diferenciarlas por la importancia de sus manifestaciones conductuales.
He encontrado un ejemplo muy gráfico que creo que ilustra suficientemente bien lo que significa la misma situación según se viva por un subtipo de TP u otro.
Las personas con TP pueden mostrar distintos estados emocionales y de conducta según su edad, el inicio de sus síntomas, su salud en general, la importancia de sus síntomas, su decisión de aceptar sus dificultades de adaptación, la aceptación o no de ayudarse con psicofármacos, etc.
Son cuadros difíciles de tratar y de pronóstico reservado, en los que es aconsejable una participación familiar y del entorno social-afectivo del sujeto implicado.
Es frecuente que las personas del entorno del afectado, se dejen convencer (manipular) por el mismo para intentar evitar los enfados o muestras de impulsos agresivos, con lo cual, sólo se consigue reforzar las conductas patológicas.
Hay que tener bien presente que este tipo de sujetos intentan conseguir que nos desestabilicemos para tenernos en el terreno que más les conviene. Rechazan las normas y los protocolos de forma constante, buscando justificaciones, que curiosamente, siempre tienen al alcance. Nunca son culpables de nada. Siempre son los demás o las circunstancias las responsables de lo ocurrido.
Hay que evitar siempre en lo posible el hecho de personalizar en uno mismo lo que está pasando. Responder con agresividad y/o ira, no va a aportarnos ninguna ventaja, más bien todo lo contrario.
Creo importante comentar que muchas veces el TP queda tapado por un aparente cuadro depresivo o ansioso, que dificulta reconocer el trastorno y nos confunde haciéndonos pensar en otras opciones, que no son las reales y auténticas.
Es fácil que las personas con TP, tengan tendencias adictivas, comportamientos autodestructivos, malestar físico importante, conductas de riesgo, falta de continuidad en lo que hacen y suelen ser superficiales con falta de rigor adecuado.
Son cuadros difíciles de tratar y de pronóstico reservado, en los que es aconsejable una participación familiar y del entorno social-afectivo del sujeto implicado.
Es frecuente que las personas del entorno del afectado, se dejen convencer (manipular) por el mismo para intentar evitar los enfados o muestras de impulsos agresivos, con lo cual, sólo se consigue reforzar las conductas patológicas.
Hay que tener bien presente que este tipo de sujetos intentan conseguir que nos desestabilicemos para tenernos en el terreno que más les conviene. Rechazan las normas y los protocolos de forma constante, buscando justificaciones, que curiosamente, siempre tienen al alcance. Nunca son culpables de nada. Siempre son los demás o las circunstancias las responsables de lo ocurrido.
Hay que evitar siempre en lo posible el hecho de personalizar en uno mismo lo que está pasando. Responder con agresividad y/o ira, no va a aportarnos ninguna ventaja, más bien todo lo contrario.
Creo importante comentar que muchas veces el TP queda tapado por un aparente cuadro depresivo o ansioso, que dificulta reconocer el trastorno y nos confunde haciéndonos pensar en otras opciones, que no son las reales y auténticas.
Es fácil que las personas con TP, tengan tendencias adictivas, comportamientos autodestructivos, malestar físico importante, conductas de riesgo, falta de continuidad en lo que hacen y suelen ser superficiales con falta de rigor adecuado.
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