Por otra parte, solemos escondernos al hablar de rumores, ya que la verdad no está contrastada, y si antes se conseguía propagar rápidamente, en la actualidad y con las redes sociales, su efecto puede ser devastador (siempre y cuando sea más negativo que positivo). Hay un alto porcentaje de masa social que cree firmemente en ese rumor y así lo va trasmitiendo “boca a boca”.
El rumor, es un arma potente y muy eficaz, pero de doble filo, ya que tanto puede ayudarnos como hundirnos sin remisión. Puede contener falsas informaciones, perjuicios personales, actitudes vengativas, e incluso necesidades ocultas hacia un determinado fin.
Es por ello que deberíamos mostrarnos algo escépticos con los rumores, no creerlos y plantear una crítica alternativa en base a una comunicación, que al ir pasando de unos a otros, se ha contaminado y ha perdido mucha solidez por los aportes subjetivos que entre todos, hemos ido añadiendo.
Es por ello que deberíamos mostrarnos algo escépticos con los rumores, no creerlos y plantear una crítica alternativa en base a una comunicación, que al ir pasando de unos a otros, se ha contaminado y ha perdido mucha solidez por los aportes subjetivos que entre todos, hemos ido añadiendo.
Allport y Postman, a partir de las investigaciones de McGregor (1938) proclamaron su Ley Básica del Rumor. Para McGregor la influencia de los factores subjetivos en una predicción está limitada por el grado de ambigüedad de la situación-estímulo así como por la importancia de la predicción de los hechos implicados.
Vamos a ver la Ley Básica del Rumor:
R (rumor) = I (importancia) x A (ambigüedad)
- El rumor debe ser relevante para emisor y receptor, y su explicación debe ser ambigua, hecho indispensable para que pueda crearse sin una actitud ciertamente contrastada.
A partir de ahí, cuanto mayor sea la magnitud de las variables (I / A), mayor será el rumor y el nº de personas implicadas. De ahí su gran influencia y también su gran poder de manipulación de masas.