1. EL DE BIENESTAR (en lo que a la comodidad y seguridad se refiere)
2. EL DE VINCULACIÓN SOCIAL (de relaciones interpersonales)
3. EL DEL PODER DEL YO (de ampliar las posibilidades de cada uno, de hacer siempre más cosas y de conseguir más reconocimiento y poder)
Los deseos son la clave para dirigir nuestra vida hacia un sentido u otro. Nos ayudan a elegir caminos y a tomar decisiones.
Cuando por algún motivo no conseguimos llevar a término esos deseos, estamos inquietos, molestos, y con una tendencia a no sentir paz interior.
Debemos intentar conseguir aquello que deseamos o tendremos permanentemente algo pendiente con nosotros mismos.
Pero la historia no acaba aquí. Después de conseguir lo que deseamos, de nuevo aparecen nuevos retos que seguirán el mismo camino que los anteriores. Es una carrera que no tiene meta ni fin. De ahí, que debamos ser muy específicos y cometidos con lo que deseamos.
Cuanto mayor es nuestro deseo, más nos encerramos en nosotros mismos y nos ofuscamos con lo que queremos, con lo cual, los dos primeros deseos que antes comentaba (el de bienestar y el de vinculación social), dejan de producirse, desplazando todo nuestro esfuerzo al del poder del yo.
La conclusión podría ser clara.
Si no somos capaces de dominar lo que deseamos, acabaremos viviendo únicamente para conseguir poder y reconocimiento, con todas las limitaciones que ello podría producirnos. De los tres deseos básicos, destacaría solo un deseo que es el que nos brinda la posibilidad de satisfacernos: el ser poderosos.
¿Es posible que sea “el poder” el único deseo al que, en verdad, aspiramos con diferencia la mayoría de seres humanos? Conscientemente o no, está claro que es un deseo codiciado y que en mayor o menor grado surge en nuestro interior con una fuerza significativa. Es cierto que puede disimularse, negarse o reprimirse, pero lo que no cabe duda es que pensamos mucho en él y en lo que nos ayudaría en nuestra vida el hecho de desarrollarlo.
Friedrich Nietzsche cita textualmente:
“Dondequiera que encuentro una criatura viviente, hallo ansia de poder”.