Ya lo decía Friedrich Nietzsche: “lo que no me mata, me hace más fuerte”.
Esa curiosa palabra se relaciona de forma directa con un estado anímico positivo y de felicidad, lo cual nos facilita apartarnos de las conductas depresivas y emociones negativas que nos producen tristeza, apatía y bloqueo (tanto a nivel psicológico como a nivel físico).
Es por ello que sería muy conveniente entrenarnos en esa capacidad de sobreponernos al dolor y adquirir fortaleza para seguir con nuestra vida de la mejor forma posible. ¿Podemos hacerlo? Si, y puede que no sea tan difícil.
Acerquémonos a las personas que son importantes para nosotros (familia, amigos,…) y mantengamos un contacto más profundo. Aceptemos que pueden ocurrir hechos negativos como positivos, y aunque no podamos cambiar lo sucedido, lo que si podemos hacer es percibirlo de otra forma. Actuemos con decisión y dirijamos nuestros esfuerzos en objetivos que nos motiven y consigan generarnos interés. Seamos creativos y utilicemos estrategias adecuadas para intentar solucionar los problemas, sin que las dudas y los temores nos impidan avanzar. Decidamos y no dejemos de tener sentido del humor, ocurra lo que ocurra.
Es así como conseguiremos ser resilientes.
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