"una relación sana no se construye sobre deseos de posesión. La mujer no pertenece al hombre ni éste, pertenece a la mujer. Ambos deciden unirse y colaborar juntos en una obra, sea material y/o espiritual".
Si estamos de acuerdo con ese concepto, empecemos a valorar tanto a nuestra pareja como a nosotros mismos. Compartamos decisiones y respetémonos en los desacuerdos que puedan surgir, hablando de las diferencias existentes y procurando encontrar acuerdos satisfactorios para ambas partes.
Podemos opinar y expresar lo que sentimos, con conciencia de evitar críticas excesivamente duras o hirientes. Intentemos ser más responsables de nosotros mismos y de nuestras acciones, las cuales debemos resolver sin generar obligaciones al otro.
Es interesante tener espacios separados en los que nos sintamos bien y relajados, a la vez que debe motivarnos hacer cosas conjuntamente con nuestra pareja. Evitemos el control y la desconfianza hacia el otro, siendo todo lo comunicativos que podamos y compartamos las experiencias del día a día.
Teniendo en cuenta estos mínimos puntos, podemos mejorar la relación y recuperar la ilusión de estar juntos, lo cual no es frecuente cuando los años agreden continuamente la estabilidad y la rutina de vida establecida.
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