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dimecres, 11 de desembre del 2013

SER UNO MISMO: LA UNICIDAD COMO ESENCIA BÁSICA.

El ser humano es único en esencia, no tiene a otro semejante aunque si a quién asemejarse. Es por ello que desde la infancia, necesitamos modelos a quién admirar, que nos sirvan de espejo, pero siempre acabamos modelando lo aprendido con nuestra experiencia personal, personalidad, cualidades afectivas, habilidades sociales y según el nivel socio-cultural que integra nuestra persona en constante evolución.

Ser uno mismo, es más difícil de lo que parece, y es en ese sentido en el que no hay dos iguales. Nuestra esencia básica será la plataforma sobre la que estructuraremos todo aquello que decidamos hacer, teniendo en cuenta lo que comentaba en el párrafo anterior, y que sin ninguna duda, influirá en nuestro desarrollo a lo largo de nuestra vida.

La esencia humana es el conjunto de características permanentes e invariables que determinan nuestra naturaleza, y de ahí partirá nuestro camino hasta el final de nuestra vida.

La primera cosa que aprendemos es a vivir con los demás, siguiendo sus modelos y criterios hasta alcanzar una “supuesta” madurez suficiente para aplicar nuestros propios conocimientos y experiencias en el sentido de tener nuestra propia esencia como cuna de ser “nosotros mismos”.

Por consiguiente, pertenecer o formar parte de un grupo referente, es el primer obstáculo a ser uno mismo. Los condicionamientos vividos, facilitan adoptar distintas opciones personales según la conveniencia de la situación que nos determina, pero no necesariamente facilitan nuestras posibles elecciones según nuestro criterio personal. Es muy importante el concepto de “pertenencia” (a un grupo familiar, social, profesional,…).





¿Qué ocurre cuando nos mostramos como somos?

Probablemente ese es el “cenit” y no el “nadir” de la cuestión.

En general, los seres humanos, temen mostrarse como son, por las posibles consecuencias negativas (en todos los sentidos) que ello puede acarrear.

El miedo, la baja autoestima, la timidez, la inseguridad, el aislamiento y la falta de comprensión hacia uno mismo, dificulta enormemente que mostremos nuestro auténtico yo. Por ello, el valor que necesitamos para conseguir llegar a ese nivel, no siempre es alcanzable, ni posiblemente recomendable.


Probablemente y sin saberlo, lucharemos toda nuestra vida (conscientemente o no) para llegar a conseguirlo.

Hay claros ejemplos y en todos los sentidos de la relación directa existente entre no ser nosotros mismos y la insatisfacción personal:

· Cuantas veces nos sentimos mal haciendo algo que no queremos

· Cuantas veces aceptamos algo sin realmente necesitarlo o desearlo

· Cuantas veces nos repetimos una y otra vez que no seguiremos por ese camino

· Cuantas veces nos arrepentimos de algo y no lo expresamos

· Cuantas veces escondemos nuestras verdades más interiorizadas

· Etc.,

pero seguimos con dificultades para cambiar.

Las máscaras que mostramos al exterior son las que nos definen, las que nos acercan o alejan de lo que queremos, las que nos llevan por un camino que no hemos elegido, y las que nos obligan a seguir insatisfechos una vez más.

Podemos llegar a creer que podemos ser como los demás, y eso es una creencia que no debería tener credibilidad. Miramos demasiado a nuestro exterior y alrededores, pero prácticamente nada a nuestro interior.

Somos actores representando una multitud de distintos roles y papeles, que llegan a engañarnos a nosotros mismos. Y el problema más grave es que no nos damos cuenta y seguimos haciendo lo mismo.

A lo largo de la historia, hay claros ejemplos de personas que por ser “sí mismas” tuvieron frecuentes desenlaces trágicos, por lo que el miedo a que nos dañen o a que nos rechacen sigue causando estragos en nuestro yo más consciente.

Ya lo decía Oscar Wilde con mucho sentido del humor:

                              “Se tu mismo, ya que todos los demás están cogidos”

Tenemos que aprender a conocernos, a aceptar que nos equivocaremos, a creer que siempre podemos encontrar una alternativa mejor, a no desanimarnos tan fácilmente por mal que vayan las cosas, a seguir esforzándonos para ser coherentes con lo que sentimos y pensamos. En una frase: a seguir luchando por lo que realmente nos satisface como seres humanos con capacidad de ser felices.

Hay que saber aceptar la negativa de los demás, sus dudas respecto a lo que somos, que no podemos gustar a todo el mundo por mucho que nos esforcemos, pero lo que nos impide vivir bien es el defraudarnos con actos, comportamientos y actitudes que no se ajustan a nuestro ser yo mismo.

Aprendamos a ser más autocríticos y a flexibilizar nuestros criterios personales en el momento presente, huyendo de un pasado que ya no existe como realidad sino como un recuerdo, y de un futuro que aún no ha llegado y no es realidad.

Todos cometemos errores, pero nos parece que los nuestros son peores que los de los demás. Ser honesto puede ayudarnos mucho a encontrar ese equilibrio necesario para vivir mucho mejor.

Hemos olvidado por completo utilizar nuestro sentido del humor para reorientar lo que nos ocurre, y sería imprescindible recurrir de nuevo al humor para mejorar muchas de nuestras observaciones y percepciones generales.

Cuidémonos de nosotros mismos. Solemos hacerlo por los demás, pero cuando se trata de hacerlo por nosotros, es como si nos diera pereza, o nos diera igual. Es como si siempre pudiéramos esperar y en muchas ocasiones acabamos descuidándonos.

Ser nosotros mismos implica no compararnos regularmente con los demás, teniendo la capacidad de valorar lo que hacemos diferente (que no es ni mejor ni peor). Eso ayuda a reasegurarnos y a motivarnos para continuar mejorando nuestras auténticas posibilidades.

Recordemos que nuestra vida no es lineal: tiene subidas y bajadas que nos hacen sentir de formas distintas según las situaciones.

No siempre podemos reaccionar al instante, podemos dudar, necesitar más tiempo, y deberíamos respetar nuestra espera el tiempo suficiente sin atacarnos e infravalorarnos.

Nos debemos respeto y cariño, tal y como se lo damos a los demás, sin que nuestro ego se refuerce negativamente al hacerlo.

Alain de Botton, escritor y filósofo Británico-Suizo se ha ganado detractores en algunos de sus colegas a causa de las ideas expuestas en su libro “religión para ateos”, donde comenta las características para ser una persona completa (resiliencia, empatía, paciencia, sacrificio, modales, sentido del humor, consciencia de uno mismo, perdón, confianza y esperanza)

Le acusan de “olvidar el rigor intelectual” y centrar su trabajo en un tema propio de “vulgares libros de autoayuda”. Pero, como explica textualmente el autor:

“Vivimos en una sociedad en la que todo el mundo entiende que vayas al gimnasio para entrenar tus músculos. Pero si dices que estás trabajando “para transformarte en una persona más completa”, muchos te miran como si fueses “un rarito”. Yo no lo entiendo. ¿Acaso hay algo más importante?”

Los proverbios/dichos populares ya lo dicen:




Me gustaría acabar recordando que ser uno mismo implica un alto grado de sacrificio, esfuerzo y continuidad, y un convencimiento absoluto de que no somos ni mejor ni peor que nadie. Simplemente tratamos de ser justos y honestos con lo que sentimos y somos, sin que nos importe tanto lo que tenemos o lo que conseguimos.

Quizás valdría la pena intentarlo. Que cada uno, decida lo que quiera hacer.
Os dejo un video antiguo pero curioso y con contenido. Disfrutadlo.