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diumenge, 28 d’abril del 2013

LA TERCERA EDAD


Con los años nuestro cuerpo se va oxidando progresivamente y va cambiando de forma significativa, tanto a nivel físico como a nivel funcional. 




Eso nos lleva inexorablemente a necesitar unas atenciones específicas que hasta el momento no eran necesarias. 

Empezamos a notar ciertas limitaciones que no siempre aceptamos, lo cual, influye directamente en nuestro estado anímico, y por lo tanto, también en nuestra forma de relacionarnos social y afectivamente con los demás.

Nos encontramos, por así decirlo, con un gran contenido rico en experiencia, conocimientos y aprendizajes, pero con una forma en constante envejecimiento por el paso inexorable de los años.

Hemos alcanzado la cima en nuestra evolución psicológica, y a la vez, descendemos progresivamente al “nadir” de la vida desde la perspectiva más físico-biológica. 



La tercera edad es el núcleo de población correspondiente a la gente mayor a partir de los 70 años de edad aproximadamente. 
En cualquier cultura y sociedad, las oportunidades en este grupo de población se reducen considerablemente. 
Pierden rápidamente oportunidades de trabajo, actividad social y capacidad de socialización, y en muchos casos se sienten postergados y excluidos. 
En países desarrollados, pueden alcanzar un nivel de vida aceptable, si reciben subsidio del Estado y tienen acceso a pensiones, garantías de salud y otros beneficios, al menos hasta el día de hoy.

Pero eso, desgraciadamente, no cubre en absoluto todas sus auténticas necesidades, que más que de seguridad y nivel económico, son especialmente afectivas y emocionales. 



En muchos casos, de la pareja inicial, sólo queda uno de los dos, y en este momento, tiene una trascendencia muy importante. 
Las carencias afectivas, las necesidades de compañía y las emociones negativas respecto a sí mismos, les encierran en un mundo propio, que en muchos casos, no saben cómo manejar.

Entramos de lleno en cuestionarnos una simple pregunta:

¿Podemos hacer algo más por ellos?

A lo largo de nuestra vida rara vez hemos dedicado tiempo suficiente a pensar que nos ocurrirá al envejecer. 
Parece que nos da mucho respeto este concepto, y lo vamos postergando hasta que un día, nos encontramos de frente sin poder evitar tener que enfrentarnos a lo que nos va a llegar de todas formas.

Cuantas veces nos hemos dado cuenta de que ese temor a envejecer, ha influido considerablemente a que nuestra conducta con nuestros mayores sea puesta en tela de juicio.

¿Qué tiempo hemos dedicado a acompañarlos cuando teníamos posibilidades?

¿Hemos expresado lo que sentíamos por ellos?

¿Les hemos incorporado a nuestra vida y han formado parte de nuestro día a día con suficiente continuidad?

Y así, podríamos seguir haciendo muchas reflexiones interrogativas de lo que podíamos o no hacer o seguir haciendo.

No pretendo entrar en la controversia de hacer críticas o juicios valorativos de cada uno, sino más bien, plantear que actitud afectiva es la adecuada para ese grupo de edad avanzada que no dispone ya del mismo tiempo que nosotros.

Y de nuevo, la variable tiempo, es la que casi justifica todo lo que podemos o no podemos hacer. 
Si en muchas ocasiones, no tenemos tiempo suficiente para nosotros mismos, tampoco vamos a tener tiempo suficiente para los demás. 
Pero lo más curioso, es que “tiempo”, si tenemos, aunque sea poco.

¿Lo aprovechamos bien? Esa es la pregunta que deberíamos plantearnos y responder.

Como en todos los intervalos de la vida, en esta última etapa resulta necesario replantearse algunas actitudes y comportamientos que, en un futuro próximo, no nos generen sentimientos de culpa y malestar personal.

La vida tiende a nucleizarnos cada vez más, encerrándonos en nuestra familia más directa, dejando cada vez más los lazos fraternales y familiares de grado no directo.

La gente se siente mucho más sola que en ningún otro momento de la historia de la humanidad, aunque no lo exprese ni lo verbalice. 




Las conductas sociales y las pautas actuales de relación, no permiten en algunos casos según que actitudes emocionales y el problema derivado de esa presión normativa implícita, tiene sus claras consecuencias en el desarrollo de respuestas afectivas a nivel interpersonal.

No siempre es posible hacer lo necesario, pero lo que se pueda hacer siempre será importante si tenemos en cuenta la regla de oro, que no es otra que la que afirma que sirve mucho más la calidad de la relación ofrecida que la cantidad.

Cada vez la longevidad es mayor, gracias a las nuevas tecnologías y a los avances en salud de la medicina moderna, pero los sentimientos y los afectos son como han sido siempre. Cuantos más años pasan, más podemos necesitar saber que importamos, que aún nos necesitan y que por encima de todo, que desean nuestra compañía sin que ello suponga un problema para los que nos rodean.

Ninguna persona mayor quiere ser un problema, ni una carga, ni generar una forzada dependencia para con alguien. 
Sólo quiere sentir que aún tiene algo que ofrecer, que puede ser útil y que por encima de todo, agradecerá un trato afectivo y cercano por parte de los demás.

Ese momento, seamos o no conscientes, nos llegará a todos y cada uno de nosotros, y es por ello que debemos concienciarnos cuando sea el momento oportuno.

La pena y la culpa, no nos ayudarán a sentirnos mejor cuando ya no tengamos ocasión para poder hacer nada. 
Solamente recordaremos algunas situaciones y ya no las variaremos nunca más.

En la vejez, la prioridad más importante radica en intentar mantener lo que se ha ido acumulando a lo largo de la vida, es decir, en no perder aquello que tanto ha costado conseguir. 
Aceptar lo que viene y asumirlo, requiere un gran esfuerzo personal, que sin duda ninguna, puede ser mucho más fácil si uno se siente acompañado, comprendido y querido.

La idea de la enfermedad, el cansancio y dolor acumulados, y la posible muerte ya más cercana, impactan en la tercera edad sin ninguna duda. 
El tiempo deja de ser un tópico teórico para transformarse en una cuenta atrás que ya no es posible frenar.

Las realidades son sustituidas por los recuerdos y sólo queda una opción, esperar.

El cómo se viva esa espera dependerá tanto de la propia persona como de los que la rodean. Ahí es donde podemos hacer alguna cosa. Que cada uno decida la implicación que debe o desee sentir.

Por mi parte, y después de muchas conversaciones a lo largo de muchos años, creo conveniente sugerir que por poco tiempo que tengamos, siempre podemos dedicar una parte a alguien que queremos, aunque no sea necesario.

La libre elección de hacer algo porque así lo sentimos, es mucho más placentera y satisfactoria de hacerlo porque debemos. 
Que no nos perjudique el no haber sido capaces de concienciarnos antes.





dimecres, 24 d’abril del 2013

¿QUE SUPONE EN REALIDAD ENFADARNOS?

Enfadarse, consiste en tener enfado, y éste, se define como el sentimiento que experimentan las personas cuando se sienten contrariadas o perjudicadas por algo u otras personas (falta de respeto, desobediencia, error). 
Generalmente, nos enfada todo lo que se opone a nuestro gusto, inclinación o elección. 
El enfado siempre puede aparecer en diversas situaciones que nos disgustan y/o perjudican de algún modo, al igual que se vincula a esperanzas supuestas, que por una razón u otra, no se han desarrollado como esperábamos. 

Tiene muchos sinónimos. 






Enfadarse supone mucho trabajo a nivel hormonal

A este nivel, parece que la acumulación de cortisol es muy excesiva en las personas que tienden a enfadarse.

El cortisol es un glucocorticoide producido por la glándula suprarrenal. Suele liberarse como respuesta al estrés.
En general, aumenta de forma significativa al despertar y al atardecer, coincidiendo con los ciclos de mayor necesidad de energía (al despertarnos) y con los síntomas de fatiga o cansancio que se producen al ir acabando el día (atardecer). 
Se han observado pautas diferentes de los niveles de cortisol sérico en relación con los niveles de ACTH anormal (adenocorticotropa), con la depresión clínica, con el estrés psicológico y con factores de estrés fisiológico (tales como la hipoglucemia, enfermedades, fiebre, traumatismos, cirugía, miedo, dolor, esfuerzo físico, temperaturas extremas....). 

Con ello lo que se deduce es lo siguiente: cuanto más se enfada uno, más puede enfermar. 



Los enfados causan muchos problemas de salud. 
Los profesionales de la Salud indican, además, que tales sentimientos negativos agravan e incluso provocan males (úlceras, urticaria, asma, enfermedades de la piel y problemas digestivos).
En un estudio reciente realizado en la Universidad de Stamford, de Estados Unidos, se observó que cuando se les pedía a personas que padecían del corazón que recordasen incidentes que todavía les enojaban, la capacidad de su corazón para bombear sangre disminuía en un 5%. 
Aunque dicha disminución no era de carácter permanente, los médicos la consideran significativa, pues cada vez hay más pruebas de que las personas iracundas tienen muchas más probabilidades de enfermar del corazón que las pacíficas.

Ello no debe significar en ningún caso que expresar nuestro enfado sea negativo o insano, sino todo lo contrario. El problema radica en la forma en que se hace.
Reprimir y controlar nuestras emociones hasta el punto de no expresar lo que sentimos, es de las peores cosas que podemos hacer. 
Igualmente, expresar de forma impulsiva y con toda nuestra capacidad el enfado que nos ha producido algo o alguien, produce daños severos en nuestra salud y nos deteriora de forma significativa. 

Tenemos que encontrar una manera adecuada de expresar lo que sentimos sin descontrol impulsivo y sin agresividad patológica.
Partiremos de un supuesto básico para responder bien ante el enfado, teniendo en cuenta, tal como decía, que debemos expresarlo, contenerlo en lo posible y calmarnos convenientemente. 




Expresar lo que sentimos, siempre es necesario, sea cual sea el sentimiento que contengamos.
Eso sí, hay que buscar la forma más adecuada de hacerlo. 
La forma utilizada requiere un mínimo conocimiento de mi mismo y de mis interlocutores, puesto que de ello depende esa posibilidad. 
Si no noto que mi expresión de sentimientos es incorrecta o poco propicia, puedo perjudicar a los demás sin ser consciente de ello. 
Sólo puedo entender que ocasiono dolor, cuando yo mismo lo noto en mi interior. Este es pues el principio básico para aplicar empatía, consciencia de cómo estoy, y expresión de aquello que siento y que llegará al otro por vías aceptables (sin imposición, juicio, rabia reprimida ni necesidad de castigar y/o agredir al otro). 
Expreso una sensación o un sentimiento, nada más. 

Contenerse no es sinónimo de reprimir ni de no expresar. Todo lo contrario. Al ser más consciente de lo que siento, puedo saber cómo me está afectando, y es entonces cuando regulo que aquello que exteriorizo, pueda llegar correctamente a los demás. 
Es especialmente importante encontrar un equilibrio dual entre lo que puedo proyectar al exterior y lo que recibe el otro de mi proyección. De ese modo, la posibilidad de enfrentamiento y conflicto se reduce de forma significativa. Ese equilibrio dual, nos ayuda no sólo a ser conscientes de nuestro exterior, sino a serlo de nuestro interior. 


Calmarse, facilitará que la atención hacia nosotros se mantenga y perdure. La excitación producida por el enfado puede generar actitudes defensivas de los demás, que nos impiden la consecución de poder expresar lo que sentimos, y que consecuentemente, no consigamos nuestro objetivo. La calma nos tranquiliza y favorece que no se produzca un distanciamiento, que de otro modo, sería prácticamente insalvable. 

El enojo es una señal de emergencia, que nos indica que algo está ocurriendo. 
Para resolver esta situación, el sistema nervioso activa y prepara nuestro cuerpo.
Generalmente, la primera respuesta del cuerpo al enojo es una aceleración de la respiración para absorver más oxígeno. 
Cuando respiramos más rápidamente, nuestro corazón bombea a mayor velocidad. 
Esto aumenta la presión en las arterias. 
Puede ser que también empecemos a sudar. 
Eso ayuda a refrescar nuestro cuerpo. Si nos miramos ante un espejo, podremos ver que nuestras pupilas están más dilatadass.

Podemos incluso enrojecer o palidecer. Las manos también pueden enfriarse. 
El cuerpo utiliza mucha energía cuando nos enfadamos. 
También podemos temblar. 
Las personas con problemas físicos pueden experimentar dolores en el pecho. 
Enfadarse muy seguido puede agotar las reservas de energía del cuerpo. 
La salud del cuerpo se pone en peligro cuando experimenta tensión adicional por sentimientos de enojo. 
El enojo puede causar tensión en los sistemas principales de nuestro organismo como el circulatorio, respiratorio y nervioso.

Reconocer los signos físicos y los efectos que el enojo tiene en la salud del cuerpo puede prevenir daños posteriores difíciles de resolver.

Por esas razones, convendría conseguir disminuir en lo posible los enfados que acaban lentamente con un buen equilibrio personal de las emociones y de las relaciones interpersonales.


Entre otros especialistas, el Dr. Charles Spielberger de la Universidad del Sur de la Florida en Tampa, y el Dr. Jerry Deffenbacher de la Universidad del Estado de Colorado, nos proponen una serie de estrategias para controlar el enojo y ayudar a tranquilizarnos:

1. RELAJACIÓN. 
Aprendiendo a respirar correcta y profundamente, controlando la tensión muscular, visualizando experiencias relajantes y practicando estos ejercicios recurrentemente.

2. RESTRUCTURACIÓN COGNITIVA. 
Intentando cambiar la forma de pensar habitual. Evitar dramatizar excesivamente, autocompadecerse, ser más razonables, actitudes que no nos aparten de los demás, buscar posibles soluciones al problema, recabar más en la lógica que en la ira y reducir el nivel de exigencia o cambiarlo por un “deseo en conseguir”.

3. RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS. 
Mostrarse paciente y tolerante con las dificultades que se presentan al intentar resolver el conflicto, sin darse en seguida por vencido.

4. COMUNICACIÓN. Es importante no dejar de hablar cuando estemos enfadados, y a la vez, intentar escuchar lo que nos dicen. 
Tomemos un tiempo de espera para evitar impulsos negativos.

5. SENTIDO DEL HUMOR. 
Nos ayudará a tener una perspectiva más amplia de lo que está sucediendo. 
Todo lo que podamos percibir como algo gracioso y externo a nosotros, nos ayudará a salir de ese camino hacia el enfado. 
No hay que irrumpir en la ironía propia ni referida. 
Es bueno intentar no tomarse todo tan a pecho.

6. VARIACIÓN DE NUESTRO ENTORNO. 
Rompamos el marco donde se produce el problema. 
Salir de él y darnos un pequeño respiro con lo que ello supone, puede sernos de gran ayuda.

El Dalai Lama nos dice: 

“Si nuestra mente se ve dominada por el enojo, desperdiciaremos la mejor parte del cerebro humano: la sabiduría, la capacidad de discernir y decidir lo que está bien o mal.”



Aristóteles expone que:

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno, con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.”


dissabte, 20 d’abril del 2013

LA PSICOSOMÁTICA (PSM)

La Psicosomática (PSM) estudia la interrelación o interinfluencia de la psique (Psico) con el cuerpo (Soma), es decir, de los factores psíquicos y emocionales con los trastornos funcionales y enfermedades del organismo.

Hoy en día, ya no se pone en duda la importancia de los efectos emocionales en enfermedades, o bien, en el malfuncionamiento de un organismo, que no tiene forma de expresar su malestar de otra manera.

Quizás para enfoques muy reduccionistas y estrictamente biologistas, se valore como una posible alternativa meramente indicativa, pero nunca con un valor suficientemente científico. 




De nuevo estamos en el mismo dilema dicotómico, que nos hace valorar el síntoma como una enfermedad, o por otra parte, el síntoma es una expresión ligada a un malestar emocional, y no podemos verlo únicamente como una enfermedad física.

Seguimos necesitando encontrar sentido a todo y que pueda explicarse de forma científica. De este modo, lo único que conseguimos es alejarnos de un equilibrio integrador, y por esa razón, sigue la lucha dual corazón-cerebro, o de otro modo, ciencia y emociones




Una vez comentado este punto, el mejor enfoque aparente para estudiar y aprender más sobre como expresa nuestro cuerpo su malestar, independientemente del porcentaje de emoción y ciencia que se esté produciendo, es el dual integrador.

Hablaríamos entonces de una psicología integradora y tal como la define Amalia Estévez, psicóloga y escritora argentina, creo que se entiende perfectamente:

- “La psicología integradora es un enfoque sintético de la mente, que permite la comprensión teórica ampliada de ese vasto y complejo universo que es el ser humano interior, su salud, sus enfermedades, y sus caminos graduales de crecimiento, evolución y plenitud.”

Ese es un buen punto de partida para estudiar la psicosomática, y no parece desde ese punto de vista, un hecho poco consistente ni pseudocientífico. 




Volvamos al núcleo principal de lo que comentaba. 

El cuerpo no sabe hablar ni quejarse de lo que siente, y utiliza un medio sabio para poder explicarse, que es lo que conocemos como trastornos psicosomáticos, que también se han denominado recientemente factores psicológicos que afectan al estado físico.

Este tipo de trastornos, son evidentes en los niños (que aún no pueden expresar a través del lenguaje lo que les ocurre a nivel anímico y emocional), así como también lo son en adultos con dificultades de expresión de sentimientos (alexitímicos) y/o ante factores estresantes graves (muerte de un familiar, separación, etc.).

Según como sentimos, o como vivimos estas situaciones, podemos desarrollar o inhibir determinados estados funcionales corporales. Se han realizado numerosos estudios para intentar valorar que tipo de patrones de personalidad y de conducta pueden ser causantes de tener más o menos problemas psicosomáticos.

Hay tres patrones de conducta tipo según el estrés al que pueden someterse por sus características. Son los siguientes:

1. TIPO A
Son impacientes, con tendencias hostiles, alto o muy alto nivel de actividad, lo necesitan todo “ahora mismo”, excesiva implicación que no les permite descansar ni ociar lo suficiente, muy competitivos, dominantes, rápidos en sus quehaceres aunque no necesariamente precisos, autoritarios, inquietos, agresivos, con dificultades en sus relaciones sociales, de pensamiento rígido y poco empáticos. 
SON MUY PROPENSOS AL ESTRÉS. 
Las cardiopatías e infartos están al orden del día.

2. TIPO B
Son casi opuestos al tipo A. Sueñen ser pacientes, tranquilos, y calmados o relajados. No necesitan hacer muchas cosas, ni hacerlas deprisa. No se sienten superiores a los demás y disfrutan de su tiempo de ocio y de descanso. Se rigen por la calidad de lo que hacen y no por la cantidad de lo realizado. Suelen ser más creativos, y tienen mayor reconocimiento y aceptación social. 
NO SON PROPENSOS AL ESTRÉS. 
Muestran pocos o ningún trastorno psicosomático.

3. TIPO C
Son personas poco asertivas y son dependientes, sometiéndose con facilidad a los deseos de los demás. No tienen en cuenta sus propias necesidades ni sus preferencias. Suelen ocultar sus emociones negativas y tratan de aparentar positividad y calma aunque sientan tristeza y desánimo. Pueden sentir ira y rabia, pero son incapaces de expresarla. Se contienen y reprimen con dureza y de forma excesiva. 
SON RELATIVAMENTE PROPENSOS AL ESTRÉS. 
Su estado puede favorecer el desarrollo de diversos tipos de cáncer. 




Una vez explicados las conductas tipo, podemos hablar de los distintos tipos de desórdenes psicosomáticos más frecuentes en nuestra cultura y medio socio-afectivo. Destacan:

- Cardiopatías (angina de pecho, infarto de miocardio)

- Asma bronquial

- Colon irritable

- Lumbalgia

- Cefalea funcional

- Infertilidad psicógena

- Eczema


Eso no significa necesariamente que tener esos trastornos puntualmente, implique tener el problema psicosomático. 
Sólo cuando la pauta sintomática dura tiempo y permanece, debemos intentar valorarlo como patológico.

Y es en este caso cuando el tratamiento psicológico del paciente puede ayudar mucho a solucionar dicho trastorno. 
El enfoque debería ser siempre pluridisciplinar y no únicamente farmacológico, y en todo caso, que no fuese la química el principal medio de combatir ese problema.

Cada día que pasa, más cuenta nos damos de lo importante que resulta lo que sentimos en nuestro interior, pero no como una enfermedad del engranaje corporal, sino como una alteración funcional por malestar psicológico que puede reconducirse, siempre que sepamos escuchar lo que nos cuenta nuestro cuerpo.

Todo lo que está en nuestro interior tiene un gran efecto en nuestra forma de sentir y refleja también lo que expresamos.

Para ello, y para explicarlo mejor, hay un ejemplo que a mi entender es excepcional, y es de Fidel Delgado en una de sus magistrales conferencias recientes. 
Vaya hacia él de mi parte un gran reconocimiento y un enorme respeto por su capacidad de expresar lo que somos de un modo tan especial, particular y casi insuperable.

Si nos podemos comparar con un botijo, tengamos en cuenta que tiene dos aberturas, una de grande por donde entra lo que deba entrar, y otra más pequeña que permite vaciar lo que ha entrado.

Si lo que ha entrado es bueno, fresco y adecuado, saldrá igualmente al exterior sin ningún problema colateral, pero si lo que ha entrado está contaminado, sucio o deteriorado, al vaciarse, saldrá lo mismo que ha entrado con el mismo poder contaminante que tenía en un principio.

Dejemos pues fluir con flexibilidad aquello que se nos mueve por dentro y no dejemos que nos bloquee un sufrimiento al retener lo que no debemos o al sacar de nuestro interior lo que necesitamos.

Esa es una de sus muchas sugerencias para ser capaces de crecer de verdad, sin que los síntomas expresados pasen desapercibidos por la mayoría de seres humanos, rígidos, inflexibles y total y absolutamente sordos al intentar escuchar a su propio cuerpo. 



Gracias Fidel por tus sabias palabras y por acercarnos a un mayor conocimiento de nosotros mismos.


dilluns, 15 d’abril del 2013

LA INDEPENDENCIA


¿Somos realmente independientes o simplemente lo decimos para convencernos a nosotros mismos?

La independencia como tal, es un concepto muy particular y suele entenderse más según nos conviene, que por la propia definición de la palabra.

La independencia podría definirse como la capacidad del ser humano de valerse por sí mismo, asumir las responsabilidades propias, satisfacer las necesidades básicas y encaminarse hacia los objetivos deseados, sin que deba producirse necesariamente una ayuda o supervisión por parte de otras personas que se relacionen con él. 



De un modo u otro, todos esperamos algún día ser independientes, y poder hacer y deshacer a nuestro antojo. 
Es una especie de objetivo con el que nacemos y vamos desarrollando según las experiencias de vida que acumulamos con los años. 

Se aprende a ser independiente a partir del momento en que ya somos conscientes de que dependemos de algo o alguien.

Esa es una fase difícil, porque las normas que rigen o nos imponen nos hacen envidiar la independencia como camino para poder ser felices y estar del todo satisfechos.

El problema principal radica en la planificación de nuestra posible futura independencia.

Ello requiere una madurez suficiente, puesto que en caso contrario, difícilmente podremos conseguirlo. 
Llegar a ese punto, aunque lo hayamos imaginado un montón de veces, va a suponer un esfuerzo y un autoconocimiento profundo.

Nunca antes en nuestra vida, hemos estado solos, y las repercusiones de sentirlo son significativas. 




Estamos en el momento del “Yo”, para intentar conseguir lo que queremos con nuestro esfuerzo. 

La madurez implica ser responsable de tus propias decisiones, sin dejar que sean otros los que opinen o decidan, y que por tanto, sean ellos los que gobiernen nuestras acciones y respuestas.
 Lo que yo hago, debo asumirlo con todas sus consecuencias, buenas y malas.

El riesgo a equivocarse, a no conseguir lo que nos proponemos y el miedo a lo desconocido, harán mella en cada uno de nosotros, pero nos permitirán aprender y tener experiencia ante aquello que nos ofrece la vida y puede interesarnos.

Eso sí, ser independiente no consiste en anular a nadie, sino en promocionarse uno mismo y potenciar todas las facultades y capacidades que tiene para conseguir lo que quiere.

Ser independiente, no consiste entonces en negar a nadie, ni obligarlo a que haga lo que queremos. 

Consiste en autoreafirmarse con lo que hace y quiere hacer, respetando a los demás y respetándose a sí mismo con una actitud positiva, de comunicación y de tolerancia ante el desacuerdo.

Las cadenas que vamos rompiendo en este proceso, nos hacen cada vez más fuertes, y así conseguimos esa libertad por la que hemos tenido que esforzarnos hasta conseguirla. 




La independencia, no debería ser únicamente económica, es decir, también requeriría que lo fuese a nivel emocional y afectivo. 

Económicamente, somos independientes cuando tenemos la capacidad de ganar el dinero suficiente para mantenernos y sobrevivir sin ayuda externa. 
Está claro, que a día de hoy, ese paso resulta muy y muy difícil. 
Las oportunidades no abundan, y las que tenemos no son consideradas como especialmente interesantes. 
Ante esa situación, solamente tenemos dos opciones:

- O bien redefinimos lo que significa ser independiente, pero permitiendo “ciertas” ayudas externas (padres, familiares, amigos), y por lo tanto, al vivir solos ya somos totalmente independientes o eso nos empeñamos a creer, y nos molesta soberanamente que alguien dude al respecto

- O bien aceptamos que no podemos serlo, con lo que empiezan los problemas emocionales derivados de esa aparente derrota ante la que no parece que podamos hacer mucho para superar y vencer. Empieza el malestar emocional que influye en lo que hacemos y afecta a los que se relacionan con nosotros en nuestra rutina diaria. 



Emocionalmente, somos independientes cuando no necesitamos a otra persona para ser felices.
Nos gusta compartir nuestra vida y afectividad con los demás, pero por deseo expreso y no por obligatoriedad. 
Escogemos con quién queremos estar y relacionarnos en el ámbito social. 

A nivel familiar, los vínculos son los que son, y por ello, es muy aconsejable y coherente tratar de relacionarnos tan intensamente como sea posible. 
Está claro que esa situación no siempre resulta fácil ni posible, pero deberíamos intentarlo para sentirnos satisfechos y sin sentimientos de culpa posteriores. 

Suele ser con nuestra pareja con quién más estrechamente solemos relacionarnos, y debemos recordar que no somos propiedad de nadie, ni que nadie es de nuestra propiedad. Ese concepto nos evitará sensaciones y sentimientos negativos. 
Decidimos tener un proyecto de futuro con esa persona y actuaremos en consecuencia de modo consciente, voluntario y deseado. 
Compartimos voluntariamente, sin imposiciones ni obligaciones, decidimos lo más conveniente desde un punto de vista plural (ambos), es decir, dejamos de ser “yo” para convertirnos en “nosotros”. 




Ser autosuficiente, nunca debería ser sinónimo de otras concepciones como: soberbio, egoísta, engreído, ser superior, etc. 
Debería definir a la persona que sabe utilizar sus recursos para seguir adelante, sin renunciar a nada ni a nadie, pero eso sí, por deseo y elección propia, y no por auto-imposición o necesidad personal o ajena. 

Siendo independientes, somos nuestros únicos responsables, y culpar a los demás o a las situaciones, nunca nos producirá ningún probable bienestar.

Es por ello que suele ser complicado llegar a este punto de equilibrio personal con uno mismo, y que el tiempo que tardamos en conseguirlo es distinto para cada uno de nosotros.

Algunos, nunca conseguirán llegar a ser del todo independientes. 
Otros llegarán después de mucho esfuerzo, y sólo algunos podrán desarrollar su auténtico potencial independiente al conseguir una coincidencia de sentido común, esfuerzo, respeto, comprensión, aprendizaje y deseo personal de gratificación y satisfacción por lo que estamos viviendo, independientemente de las dificultades que aparezcan y puedan enturbiar nuestro estado de conciencia.

Buscar ayuda si la necesitamos, o pedirla para superar un obstáculo, es totalmente lícito. Acostumbrarnos a hacerlo, no.

El ser humano, puede considerarse social por naturaleza, y por esa razón, ha podido avanzar y coronarse en la punta de poder de la pirámide animal.
El problema es que a lo largo de su evolución, ha malinterpretado tanto su dependencia como su independencia, hasta el punto de cometer el error de creer ciegamente en su poder para someter todo aquello que le rodea. 
Este hecho no le ha favorecido ser independiente, sino agresivo, impulsivo, soberbio y destructor. 

Es necesario aprender a ser independiente de otra forma, que nos facilite el reencuentro con nosotros mismos sin los perjuicios y malos hábitos que hemos estado acumulando sin cesar. Desde que empezamos a creernos seres superiores, y por ello, los más cercanos a los Dioses de la creación, los problemas no sólo no han disminuido, sino que siguen aumentando de forma considerable.


"Son pocos los que logran ser independientes. Ello es un privilegio de los fuertes. Quién intenta serlo teniendo el mayor derecho a ello, pero sin considerarlo un deber, demuestra no sólo que es fuerte, sino temerario hasta el desenfreno"

                                                                       Friedrich Wilhelm Nietzsche 




dissabte, 13 d’abril del 2013

LA PERSEVERANCIA

Normalmente suele ser muy difícil mantener un esfuerzo constante y continuo para obtener algo. Tendemos a cansarnos mucho cuando no podemos alcanzar nuestro objetivo y acabamos rindiéndonos al no ser capaces de continuar.

¿Qué nos ha ocurrido?

La respuesta es sencilla.

Como cualquier objetivo en la vida, tendemos de forma inconsciente a adjuntarle una fecha de caducidad. 

Lo explico mejor. Si en un tiempo determinado no he conseguido lo que esperaba, suelo dejar de hacer el esfuerzo que requería ese trabajo. 
Me he cansado, me he desanimado y, a partir de ahí, he empezado a pensar que no era posible y que estaba perdiendo el tiempo.
Pero eso no es cierto, al menos, no del todo. 




Las justificaciones racionales aparecen por doquier, y como sabemos estructurarlas en una base lógica, nos auto-convencemos de que ya no podíamos hacer nada más. 
El problema es que acabamos creyéndonos esa explicación, y por si eso no fuera suficiente, se lo contamos a los demás hasta que obtenemos por su parte la confirmación de lo que esperábamos. 

Hay que reconocer que podemos ser muy hábiles en explicarlo prácticamente todo, pero a la vez, tremendamente inconsistentes en el momento de intentar engañarnos a nosotros mismos. Pero de hecho, de una forma u otra, casi siempre lo acabamos consiguiendo. 

La perseverancia, sería entonces una capacidad personal en continuar luchando por aquello que sentimos que queremos conseguir, independientemente de los problemas asociados a nuestro objetivo propuesto.

Si tenemos perseverancia, podemos seguir intentando hacer lo que queremos de un modo u otro. Es como la gasolina del coche: sin ella, por increíble que sea el vehículo, no avanzará ni un centímetro.
De ahí su gran importancia. 
Perseverar no implica necesariamente conseguir, sino más bien continuar hacia lo que buscamos, por muchas dificultades que surjan o problemas a resolver que puedan entretenernos mucho. 



Y es que la Naturaleza es sabia. 

La perseverancia no debería depender de ninguna variable física ni emocional (tiempo, dinero, esfuerzo, agotamiento, desánimo, etc.).

Si somos altos o bajos, rubios o morenos, blancos o negros, no hay otra posibilidad que aceptarlo, ya que nos viene dado, pero el ser perseverante se puede aprender o no. Y esa es la magia del ser humano, su gran capacidad de aprender aquello que le hará más fácil su vida, sus sentimientos y emociones, y su sentido de afirmación personal respecto a sus muchas elecciones a lo largo de su vida.

Perseverar es necesario como respirar. De ello depende en gran manera el como nos sentimos, y por lo tanto, el grado de satisfacción personal por lo que somos, estamos y hacemos.

Curiosamente, en la mayoría de los casos, olvidamos que nuestra capacidad de perseverar, era mucho más eficaz de niños que en la actualidad.

Recordemos que aprendimos a caminar, a hablar, a entender, a expresar lo que necesitábamos y sentíamos, a ser independientes, a socializarnos  a prácticamente todo. Y curiosamente no importaba demasiado que tardáramos más o menos tiempo, pero gracias a nuestra perseverancia, acabábamos consiguiendo los objetivos necesarios para continuar.

A medida que la realidad de la vida nos va imponiendo sus limitaciones, progresivamente, nos parece que tenemos que ser mucho más prudentes y restringidos en lo que queremos y en como conseguirlo. 






Nos refugiamos en las explicaciones que nos sirven de excusa pero que justifican sobradamente lo que ya no vamos a hacer.
Es aquí, donde empieza a enfermar nuestra perseverancia y a no tener la capacidad de hacernos disfrutar como cuando estaba sana.

Desafortunadamente, envejece prácticamente a la misma velocidad que nuestro cuerpo físico. Y lo más triste y desesperante es que parece que lo aceptamos sin plantearnos alternativa alguna.

Nos hemos dejado vencer una vez más por la supuesta seguridad de lo que conocemos y aceptamos como adecuado por haber generado una costumbre de tolerarlo.

Si al principio nos movía casi únicamente la ilusión y el deseo, cada vez más nos mueve la necesidad y el miedo, para acabar anclado en una situación absolutamente estática, que por decir algo, es totalmente aséptica, sin matices definidos y con una cantidad de rutina desarrollada muy difícil de digerir.

La perseverancia es lo que nos hace recordar lo que fuimos, y lo que debería infundirnos esa rabia vital que nos aleja cada vez más de nuestro propio origen, a nivel de deseos y satisfacciones personales.

Evidentemente existen muchas personas capaces de darse cuenta y superar ese estado, pero creo que aún son insuficientes ante una gran mayoría que ha dejado de sentir la perseverancia como una forma de lucha adaptativa y gratificante.

Seamos de nuevo exploradores de nuestra vida, y encontremos la forma de volver a sonreír y a ser felices tal como hace años lo fuimos una vez, y no permitamos que la falta de perseverancia nos infecte hasta el punto de ensuciar nuestras ilusiones o emociones más vinculantes, justificando de modo racional que ya no somos unos niños y que debemos centrarnos en una realidad aburrida, monótona, sin cambios (a ser posible), porque eso es ser un adulto “serio y responsable”.

Entiendo que ya no somos niños y que no podemos volver a serlo, pero no debemos perder ese recuerdo ni enterrarlo en el fondo de nuestra consciencia.

Que no seamos niños, no significa que no podamos sentir como ellos, que no volvamos a tener ilusiones, proyectos y posibilidades de elección por extrañas que parezcan. 





Y si os dais cuenta, en muchas ocasiones cuando nos ven felices y animados, nos dicen que parecemos niños. Y son esas mismas personas las que en el fondo, aunque no quieran reconocerlo y nos “riñan” por sentirnos así, envidian lo que ven en nosotros que ahora ya no tienen, y lo único que pueden hacer para soportarlo es cuestionar que nosotros aún sigamos con esa sensación.

Si estamos vivos, al menos que lo parezca.

No nos dejemos engullir por el paso cansino del tiempo, que por si mismo, no nos aporta nada.

Perseveremos un poco cada día, en tres dosis: por la mañana al levantarnos, un poco antes de comer o inmediatamente después, y por la noche antes de acostarnos.

Esta receta sólo es para vosotros. No la comentéis con nadie. No os van a creer. Es muy económica y no la controlan laboratorios farmacéuticos ni la prescriben los médicos de forma habitual. Por esa razón, quizás no sea bien vista a nivel general.

Si os sirve de algo, yo personalmente, hace mucho tiempo que lo hago, y debo decir, que a demás de hacerme sentir muy bien, nunca he notado molestias por efectos secundarios.

Salud para todos.





Un proverbio Chino dice lo siguiente:


"Tenéis los colores,
tenéis el pincel,
pintad el Paraíso,
y entrar luego en él."










dijous, 11 d’abril del 2013

LOS VAMPIROS EMOCIONALES (VE)

¿En alguna ocasión, y concretamente, después de haber estado con alguien, habéis sentido un enorme cansancio y una sensación de pesadez y enturbiamiento mental?

Hay personas que son capaces de absorber nuestra energía, a través de la vía emocional, hasta tal punto que nos causan una fatiga extraña y una anergia que no puede explicarse por ninguna razón consciente. 

Bienvenidos al mundo de los vampiros emocionales o energéticos. 



Y este tipo de personas pueden estar a nuestro alrededor y en cualquiera de las áreas vitales de nuestra vida familiar, de pareja, social, profesional, ….

En muchas ocasiones no somos capaces de detectarlos de forma consciente, con lo que entonces permitimos que se alimenten de nuestra afectividad y de nuestras emociones sin hacer nada por evitarlo, pudiendo llegar a ser nefastos para nuestro desarrollo emocional personal. 
En ese sentido son casi “saprófitos”, evidentemente a nivel energético. De ahí la resaca emocional resultante que notamos después del contacto con este tipo de personas. Nos encontramos ante los vampiros emocionales (VE)



Como cualquier otro tipo de depredador, el VE necesita acercarse a nosotros con cautela, mostrando su aspecto más idóneo y encantador, seduciéndonos con su trato afable, comprensivo, amable y exquisito. 
De ello dependerá su objetivo: conseguir llamar nuestra atención y que nos sintamos agradablemente cómodos con su presencia.

Nos alagará, nos apoyará y nos mostrará su aparente estar de acuerdo con lo que pensamos o decimos. 
Esperará pacientemente a convencernos de que está a nuestro lado y que podemos contar con él. Intentará complacernos en todo lo posible, hasta el punto de generarnos casi un estado de dependencia afectiva con él. 
Sin darnos cuenta, nos empezaremos a dejar esclavizar.

Aquí empieza la labor destructiva hacia nosotros. 
Mientras podamos ofrecerle atención y afecto, seguirá alimentándose, y generando en nosotros sentimientos de culpa para que sigamos dándole toda nuestra atención.

Solo acabará cuando ya no tengamos fuerza para continuar. 

Se produce entonces la ruptura, y el VE busca una nueva víctima. 

El ciclo continua de nuevo, y así, una y otra vez.

La gente más afectuosa, prosocial, sociable y afectiva, son sus principales fuentes de alimentación.

Cuidado si sois muy emocionales e impresionables, y tenéis un gran deseo de ayudar y complacer a los demás en todo lo posible. Sois las víctimas prioritarias para estos VE. 




El Dr. Albert J. Bernstein, psicólogo clínico y periodista, en su libro “Vampiros Emocionales” enseña a la gente cómo hacer frente a situaciones difíciles y temibles, con ingenio, sabiduría, gracia y generosas dosis de humor. Vive en Portland, Oregón, EUA.

Da una serie de pautas y explicaciones con sumo detalle, las cuales, y en resumen, creo muy aclaratorias para entender como son y cómo viven. Entre otras:

- Se rigen por reglas diferentes. No son justos pero sí consistentes. Sus necesidades son las más importantes.

- Si coincidimos en necesidades, todo va bien. En caso contrario, se produce el conflicto.

- Las reglas son para los demás, no para ellos. Anárquicos en su forma de funcionar.

- Jamás cometen errores, nunca se equivocan ni tienen la culpa. Son los demás los que se aprovechan de ellos.

- Son impacientes e intolerantes. No esperan. Lo que quieren, tiene que ser en el momento.

- Son explosivos y emocionalmente manipuladores si no consiguen lo que quieren.

- Utilizan a los demás para satisfacer cualquier necesidad que tengan en ese momento. Carecen de escrúpulos y no les importa lo que sienten los demás al respecto (empatía cero).


Por último, A. J. Berstein, los clasifica en 5 grupos principales: 

1. ANTISOCIALES. Son adictos a la EXCITACIÓN. Lo único que buscan en la vida es pasárselo bien, un poco de acción y una gratificación inmediata de todos sus deseos.
La gente los acepta con facilidad y rapidez, y con igual rapidez queda cautivada por ellos. Aparte de la diversión momentánea, poco más tienen que dar.
a) Los Intrépidos: son fantásticos para detectar a personas a las que les vendría bien un poco de DIVERSIÓN, en particular la diversión que se rebela contra la autoridad. Llevan a la práctica la "fantasía adolescente".
b) Los Engañosos (Vendedores de coches usados) : no es que se dediquen a mentir por amor al arte, sino que desean tanto las cosas que quieren que no les importa MENTIR para obtenerlas. Para sus presas la distinción carece de importancia.
Vosotros lo tenéis, ellos lo quieren, y mentirán, engañarán o robarán satisfechos para conseguirlo.
c) Los Bravucones: están enganchados a la emoción. La droga de su elección es la FURIA. La ira los transporta a una realidad alternativa simple y violenta, en la que sobrevive el más fuerte.
En sus mentes, los fuertes son ellos. Les gusta el poder, pero no lo entienden. Ninguna cantidad de poder real puede compararse a la emoción bruta de la confrontación y del dulce e intenso olor del miedo.



2. HISTRIÓNICOS. Viven para conseguir atención y aprobación. Histriónico significa TEATRAL. Todo lo que veis no es más que un espectáculo, y bajo ningún concepto es lo que recibiréis.
Son expertos en ocultarse sus propias motivaciones. Creen que jamás hacen algo inaceptable, como cometer errores o albergar malos pensamientos hacia alguien. Solo son personas agradables que quieren ayudar. Si cuestionáis eso, lo más probable es que sufráis. Es asombroso el daño que pueden causar las personas agradables.
Lo que hay que entender es que su conducta va más dirigida a engañarse a sí mismos que a engañaros a vosotros.
a) Los Actorcetes: harán cualquier cosa por llamar la ATENCIÓN. Tratan de conseguir la máxima atención posible, y poco les importa que sea positiva o negativa. Hacer que se fijen en uno es un deporte competitivo, y los vampiros Actorcetes son los verdaderos profesionales. Algunos han descubierto que si son lo bastante descarados pueden obtener el doble de atención, tanto de la gente que los odia como de la que los adora.
b) Los Pasivo-Agresivos: anhelan la APROBACIÓN. Siempre están haciendo lo que se supone que deben hacer, pensando lo que se supone que tienen que pensar y sintiendo lo que se supone que deben sentir.
Puede que os preguntéis como unas personas tan agradables pueden crearle problemas a alguien. La respuesta es sencilla: Lo que no sepan no os puede hacer daño.
Se han creado un papel para sí mismos. En sus mentes son buenos niños: ansiosos por complacer y siempre dispuestos a hacer más de lo que les corresponde. Sencillamente, no ven nada en sí mismos que consideren inapropiado o que no se pueda amar. Eso es lo que los hace peligrosos.



3. NARCISISTAS. Quieren vivir sus fantasías GRANDIOSAS de ser las personas más inteligentes, con más talento y las mejores del mundo. No radica tanto en que se consideren a sí mismos mejores que otros, sino que no piensan nada en los demás. Sin importar lo que digan, rara vez, hacen algo que no sea por motivos egoístas.
a) Los Leyenda: Los narcisistas que no pueden convertir sus grandiosos éxitos en realidad, pueden convertir su realidad en sueño. Llegan a ser leyendas ante sus propios ojos. Pueden confundir entre lo que no les gusta y lo que no es importante. Crean REALIDADES ALTERNATIVAS que apartan a la gente poderosa y atraen a los débiles. Son desconsiderados. Son famosos por comenzar proyectos que nunca terminan, porque nunca completan las partes difíciles. La causa por la que no triunfan es porque no pueden hacer cosas que no quieren.
b) Los Superestrella : Creen en lo más profundo de su alma, que son las personas más IMPORTANTES de la Tierra... Si deseáis decirles que no son tan grandes como se creen, marcharos rápidamente porque os destruirán.
Estos narcisistas saben cómo trabajar y cómo vender. Cada uno de ellos tiene una colección de trofeos. El lugar más peligroso en el que os podéis encontrar es entre un Narcisista y su próximo trofeo.
Los superestrellas aman los juguetes caros. Ellos van a conseguir lo que quieren, tanto si formáis parte de ello o no. Participad.
Raramente son líderes queridos, ya que casi nunca resisten la tentación de hacer notar a los insignificantes lo pequeños que son. Son más respetados que queridos.
No entréis en su mundo a menos que sepáis salir de él. Existe el peligro que os volváis como ellos. Muchos se han perdido.
Utilizan su poder para asustar a la gente.

4. OBSESIVO-COMPULSIVOS. Son adictos a la SEGURIDAD, que creen que pueden conseguir mediante una atención escrupulosa al detalle y al control completo sobre "todo". No disfrutan haciendo daño a los demás, pero lo harán si vuestros actos amenazan su sentido del control. No es su intención vengarse, pero se sienten impedidos a manifestar su opinión. Están obsesionados por el control.
Parecen muy suaves. Os cautivan con sus habilidades y credibilidad. Sólo cuando cometáis un error os dais cuenta de lo viciosos que pueden llegar a ser. Os consumen al negaros su aprobación, sustituyéndola por pequeñas críticas y comentarios fuera de lugar acerca del error de vuestras acciones. No importa lo duro que hayáis trabajado, o del cuidado que hayáis tenido en seguir las reglas, no será suficiente. Llevan consigo una gran cantidad de resentimiento.
Tratan de haceros creer de que su furia es loable, ya que está al servicio de la bondad y la luz. No os dejéis engañar, bajo todo ello los Obsesivos-Compulsivos son abusones.
a) Los Perfeccionistas: tratan de CONTROLAR vuestras acciones, lo que hacéis y cómo lo hacéis. El perfeccionismo es un vicio enmascarado de virtud. Ellos no tienen ni idea del dolor que suponen para la gente que los rodea. No es que no se preocupen por lo que sienten los demás : simplemente se distraen tras los pequeños detalles. Nunca hacen las cosas de forma espontánea, excepto quizá percatarse de las faltas.
Los Perfeccionistas normalmente cumplen las reglas, les guste o no. Son fáciles de reconocer: no pasa mucho tiempo sin sentirse ofendidos por algo.
b) Los Puritanos: tratan de CONTROLAR vuestra alma. Pretender hacer el mundo seguro a través de la verdad, la justicia y el amor y utilizan la censura, el castigo y la crueldad. Son una mezcla de contradicciones. Convierten vuestra vida en un infierno con la intención de llevaros al cielo.
¿Por qué los Puritanos son tan mezquinos? Porque no comprenden que la virtud es la única recompensa. Esperan que algún poder superior enaltezca a los santos y castigue a los pecadores. Creen en los castigos y la censura. No entienden que el castigo es una estrategia terrible para mejorar el comportamiento de los demás.
Se reconocen porque se os acercaran y os dirán algo de lo que estáis haciendo que está mal.
Tanto los Perfeccionistas como los Puritanos disfrutan en secreto cuando causan pesar, porque se han hipnotizado a sí mismos y creen que lo que hacen es por vuestro propio bien.



5. PARANOICOS. Su objetivo es conocer la VERDAD y desterrar toda ambigüedad de sus vidas.
Miran debajo de la superficie de las cosas en busca de significados ocultos y realidades más profundas.
Los Paranoicos creen en lo que dicen . Si tenéis algo que ocultar, un vampiro Paranoico lo encontrará. La única protección que tenéis es manifestar la verdad clara y sin adornos. Pueden rasgar un corazón y romperlo en pedazos, sobre todo cuando pertenece a alguien cercano a ellos, cuyo único crimen es ser humano. Muy raramente perdonan.
Os protegerán, mimarán y hasta pueden iluminar vuestras vidas. Todo lo que desean a cambio es una lealtad absoluta. Sin regateos; con ellos es todo o nada. Para algunas personas son lo mejor de su vida. Para otras no conducen a nada.
Cuando la gente se acopla, ellos son felices, amorosos y generosos. La existencia paranoica es una traición imaginada detrás de otra. Si perciben traición, atacarán con tanta rapidez que nunca sabréis qué os dió y por qué.
a) Visionarios: No dejéis que la fuerza de su convicción para persuadir pueda ignorar los hechos. Buena parte de las ideas que se oyen a diario son producto del pensamiento paranoico. Algunas IDEAS paranoicas son novedosas, útiles y rentables. El truco es saber la diferencia.
b) Monstruos de Ojos verdes: la LEALTAD lo es todo para ellos, tan importante, que simplemente no pueden aceptarla sobre la base de la fe. La hurgan, pinchan y a menudo la cuestionan a muerte. Dan lugar a los celos paranoicos.

Para finalizar, nos sugiere unos trucos recordatorios para defendernos con ciertas garantías:

- Vosotros tenéis el control y NO necesariamente los VE.
Pretenden convenceros de que no existen otras opciones más que someterse a ellos.
RECORDAD: Siempre existen otras opciones, alternativas diferentes (como por ejemplo marcharse).

- La fuerza proviene de la conexión.
Utilizan la sugestión para alejaros de la gente en quien confiáis y os convencen de cambiar las normas por las que os regís.
RECORDAD: Guardar herméticamente vuestros valores y seguid creyendo en vuestros viejos amigos.

- Seguridad significa enfrentaros a vuestros miedos.
Los VE utilizan el miedo y la confusión para controlaros.
RECORDAD: No huyáis asustados. Dad la vuelta. Cuando tratáis con vampiros, la elección que parece más aterradora es normalmente la correcta.

Aunque la época “Van Helsing” haya terminado, no menospreciemos el daño emocional (que no físico) que pueden acarrearnos los VE actuales.





dilluns, 8 d’abril del 2013

LA PSICOLOGÍA CUÁNTICA


¿Sabemos lo que creemos que sabemos?

¿Vemos lo que percibimos o lo que creemos ver? 





En esta imagen, podemos ver cosas distintas o solo una, o varias de forma simultánea. 
Observar un rato con atención y os resultará curioso.



A raíz de los avances en física cuántica, nos estamos dando cuenta de muchas cosas, cada vez más, pero solamente podemos hacerlo nosotros mismos.

Se trata de abrir nuestra mente en toda su dimensión. 

Muy probablemente un conductor no circularía de noche con un solo faro de luz iluminando la carretera. Utilizaría los dos, y no tendría ninguna duda en usar luces adicionales para tener mejor visión, ya que sabe perfectamente, que cuando se conduce, no podemos suponer lo que nos encontraremos, sino que debemos ver por dónde vamos y hacia donde queremos ir.
Con este ejemplo intento explicar el porqué debemos utilizar mucho más nuestra capacidad cerebral. 

Solemos ser muy racionales, pragmáticos y estructurados por lógica y protocolo, y así nos lo enseñan desde pequeños a la gran mayoría de nosotros. 
Y con estos antecedentes, nos resulta muy difícil desarrollar nuestra capacidad de crear, sentir profundamente, disfrutar con la vida y empatizar con ella, y seguir nuestras vocaciones más contenidas por el temor que nos supone salir de nuestra zona de seguridad, que por otra parte, es la aceptada e impuesta por nuestro entorno vital.

Esa es precisamente la función de la Psicología Cuántica, abrir la posibilidad de “ver” en todas las dimensiones existentes, pero siempre en la medida que nos permita nuestro proceso de aprendizaje y aceptación. 



Tendrá en cuenta todo lo material y científico que hemos ido asimilando a lo largo de nuestra vida con las experiencias vividas, pero también lo que sentimos con lo que vivimos, percibimos y deseamos, habitualmente contenido y/o reprimido por mecanismos de defensa, aceptados sin oposición por nuestra propia consciencia y nuestro gran ego personal. 

Aquello que “pensamos” deductivamente, está muy condicionado por nuestra consciencia racional, pero no así lo que sentimos, que parte de la zona más desconocida del universo interior del ser humano: el inconsciente.

Los sueños y las asociaciones de emociones con estímulos que las desencadenan, siguen siendo una asignatura pendiente que debemos retomar y empezar a entender.

Hay pues cuatro pilares básicos en la Psicología Cuántica:

- Inconsciente

- Ego personal

- Empatía (referida especialmente al microuniverso interno personal)

- Mayor uso del hemisferio cerebral derecho, que se relaciona con las emociones, sensaciones, sentimientos, creatividad, humor y estado de ánimo vinculado a lo que sentimos.

Cada uno de estos apartados, requiere por si mismo, ríos y ríos de tinta para poder definirlos y entender cuál es su función e influencia en cada uno de nosotros. 



Lo creamos o no, y eso depende de la capacidad de implicación de cada uno y de su juicio crítico, tendemos cada vez más a buscar alternativas “no clásicas” para encontrar la felicidad, paz, o bienestar personal. 

Cuántas veces hemos oído comentarios a favor o en contra de la meditación, yoga, relajación profunda, biodescodificación, psicogenealogía, etc.
Pero lo evidente es que cada día se va hablando más y más de una forma de disfrutar de lo que tenemos no tan material y mucho más emocional, y por qué no decirlo, una forma más mística (palabra que proviene del verbo griego myein, "encerrar", de donde mystikós, "cerrado, arcano o misterioso" designa un tipo de experiencia muy difícil de alcanzar en que se llega al grado máximo de unión del alma humana a lo Sagrado durante la existencia terrenal. Se da en las religiones monoteístas, así como en algunas politeístas como el hinduismo). 

Esa palabra asusta mucho. Estamos acostumbrados a que todo lo que no puede comprobarse, ser tangible o evidente a la razón, debe descartarse sistemáticamente.

Nada es verdad si no puede demostrarse. 

Y desde mi humilde punto de vista, creo que esa afirmación taxativa es indicadora de la ignorancia del ser humano. No somos capaces o nos cuesta mucho, ver más allá de nuestra propia nariz. 
Estamos encerrados en nosotros mismos y en lugar de aprovecharnos para descubrir de que disponemos, únicamente nos preocupa salir de ahí y refugiarnos en la seguridad de lo que conocemos, de lo que nos han explicado y de lo que todo el mundo acepta sin prácticamente rechistar. 

Deberíamos ser más cautos y prudentes al hacer según que tipo de afirmaciones. 
La verdad siempre es relativa e inestable. No ha de ser un dogma ni un paradigma rígido el resto de nuestra vida.

El secreto radica en dejar fluir aquello que sentimos y, a partir de ahí, ir aprendiendo de que manera podemos sentirnos mejor y más felices con nosotros mismos y con los demás.

Seamos más humildes y evitemos que nuestro egoísmo impida la clarividencia de nuestros sentidos más primarios, vivamos un poco más de acuerdo con lo que sentimos, y evitemos en lo posible comportarnos como se supone que debemos hacerlo porque así está escrito.

Si una vez se empezó a escribir una historia, podemos de nuevo reescribirla y cambiar aquellos aspectos que ni nos benefician, ni nos satisfacen, ni nos merecen ninguna consideración.

Esta es la gran meta del ser humano, la de poder redescubrir una forma de vivir mejor y con mucha más satisfacción personal en todas las áreas básicas que nos acompañan. 



El problema es que nos da miedo, y todo aquello que realmente puede cambiar nuestra forma de vivir, permanece desgraciadamente oculto en una habitación oscura y cerrada en el interior de nuestro inconsciente. 

Busquemos la forma de poder abrir una esperanza que nos facilite evolucionar y crecer emocionalmente, porque a nivel racional, lógico y normativo, ya tenemos una madurez más que suficiente.
Si tenéis la oportunidad y el deseo de hacerlo, os recomiendo que conozcáis las ideas (entre otros) de: 

- Fidel Delgado. Es Psicólogo Clínico y la experiencia que dan décadas de dedicarse a acompañar a gente a morir, le han imprimido una visión del mundo muy particular que hace que sus charlas o monólogos no dejen a nadie indiferente.

- Virginia Gawel. Es psicóloga, terapeuta y docente especializada desde 1984 en la integración de la Psicología y la Espiritualidad. Dirige el Centro Transpersonal de Buenos Aires y forma parte del Consejo Editorial del Journal of Transpersonal Research y de Oxigeme Asociación Transpersonal Hispanoamericana.

- Héctor Gómez. Médico psiquiatra y magister en neurociencias. Fundador de la Singularidad, institución que une ciencia y mística. 



En fin, podemos en una sola palabra “despertar” y encontrar respuestas en la lucidez de lo que sentimos o seguir dormidos y mantenernos al margen de aquello que no podemos dominar. 
Es una elección personal que corresponde a cada uno decidir por si mismo.


Cuanto más tiempo pasa y más experiencia acumulo en mi trabajo como psicoterapeuta, más me conciencio de que mis claras raíces y bases iniciales de conocimiento médico, científico, psicológico  y psiquiátrico, deben necesariamente complementarse con muchos otros conocimientos emocionales y alternativos que provienen de muchas otras fuentes, que no solo van a favorecer un enriquecimiento personal, sino que a demás, van a proporcionarme numerosas opciones muy valiosas para poder seguir indagando en el desconocido y complejo mundo de cada uno de nosotros: nuestro universo interior.



Para finalizar este post, solo mencionar en forma de agradecimiento a un amigo, Daniel Turrión, con el que he tenido el placer de charlar numerosas horas de estos apasionantes temas que os he intentado exponer en forma resumida.

Espero que os haya resultado útil, interesante y especialmente provechoso.