mans

mans

dilluns, 11 de maig del 2020

CONCEPTOS BÁSICOS EN PSICOLOGÍA: COMO DISTINGUIRLOS.

El lenguaje coloquial, que suele ser el más utilizado, parece tener un alma propia.
Lo digo, porque en muchas ocasiones, conceptos que tienen una definición predeterminada, se utilizan con poco rigor, y eso lleva a confusiones que pueden generar actitudes negativas que influyen en nuestra vida.

Me gustaría hablar de algunos conceptos  malentendidos que se han generalizado y extendido en demasía en el entorno social.

Es cierto, que a veces, dos conceptos pueden tener algo en común, pero lo que no pueden ser es "sinónimos" el uno del otro.


Empezaré, como decía, a intentar aclarar las diferencias entre dichos conceptos para canalizar mejor una correcta información más real que supuesta.





TRISTEZA / DEPRESIÓN

Se confunden muy a menudo.






La tristeza, no es permanente ni crónica. No necesita intervención profesional.

Es un estado anímico muy conocido por todos, ya que en algunos momentos de nuestra vida, todos hemos vivido ese estado. 
Es una emoción humana que nos produce un decaimiento, un dolor interno, una decepción por algo no conseguido, una sensación de soledad de desamparo, de malestar general, infelicidad y de cierta tendencia a aislarnos demasiado. Puede expresarse de diversas formas: llanto, fatigabilidad, pesimismo, bajo estado de ánimo, etc.
A nivel orgánico, parece estar relacionada con un nivel bajo de serotonina, un neurotransmisor que se relaciona con los estados de ánimo y las emociones.

La depresión, tiende a permanecer y a cronificarse. Necesita intervención profesional.

Es un trastorno psicológico, que afecta nuestro estado general anímico, produciendo síntomas como: cansancio, fatiga, irritabilidad, dificultades en área de sueño y alimentación, sensación de culpa, baja autoestima, pesimismo, inactividad, anhedonia (no ser capaz de sentir placer en lo que hacemos), etc.

La tristeza, es un síntoma importante de la depresión. Todas las depresiones cursan con tristeza, pero las tristezas, no son necesariamente depresiones.



ANSIEDAD ADAPTATIVA / ANSIEDAD PATOLÓGICA

La ansiedad es una reacción de nuestro cuerpo, y no tiene porqué ser patológica. La ansiedad no patológica es una herramienta del ser humano que nos ayuda a adaptarnos mejor a nuestro medio. Ese tipo de ansiedad, es la que llamo ansiedad adaptativa. Mediante ella, podemos mejorar una capacidad personal o reducir de forma considerable un problema, e incluso eliminarlo/evitarlo. Aceptarla significa que somos conscientes de ciertos miedos (alturas, oscuridad, hablar en público, etc.).
Cuando no nos sirve para resolver el problema o mejorar una capacidad, y se cronifica 
con el tiempo, produciendo síntomas más importantes (ahogo, dificultades respiratorias, dolores musculares, mareos, etc.) es cuando hablamos de ansiedad patológica.

Como en el caso anterior, la ansiedad adaptativa, no necesita tratamiento ninguno, ya que suele desaparecer por si misma al poco tiempo de producirse.
En cambio, la patológica si suele requerir un tratamiento profesional, porque no podemos aceptarla y porqué influye de manera directa en nuestras conductas, en como percibimos las situaciones y en nuestra manera de ser.




AGRESIVIDAD: ESTRUCTURAL / DEFENSIVA

La agresividad, definida como una actitud (o estado emocional) de intensidad variable que puede ser tanto física como emocional, implica entre otras características la exteriorización de provocación, ataque, peleas, imposición, ira, rabia, etc.
Al igual que la ansiedad, la agresividad en sí, no deja de ser una herramienta necesaria para el proceso adaptativo. Es por esa razón, que debemos saber controlar su intensidad: un exceso nos puede llevar a un rechazo por parte de la sociedad en la que vivimos, pero si no tenemos un mínimo, nuestra adaptación puede verse enormemente comprometida.
La ansiedad estructural,  es la que hemos desarrollado en nuestra propia personalidad y es afín con nuestro carácter y forma de percibir, interpretar y vivir las diversas situaciones en general de nuestra vida. Está activa en todo momento y su variabilidad-intensidad depende más de nosotros mismos que del exterior.
La ansiedad defensiva, sólo aparece en casos necesarios, y su intensidad está muy condicionada a la situación que la provoca. Cuanto más daño podemos sufrir, más puede incrementarse nuestra respuesta agresiva, pero una vez resuelta la situación generadora de peligro, nuestra agresividad desaparece sin mostrar una línea de continuidad.

Ocurre un poco lo mismo que con la ansiedad: debe estar presente pero en su justa medida para no provocar malestar ni respuestas desadaptativas.


Debemos intentar siempre entender los conceptos de los que hablamos para conseguir un mejor nivel de conocimiento, lo cual va a favorecer la posibilidad de contrastar de forma adecuada la información que recibimos.