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divendres, 29 de març del 2013

¿UNA MEJOR VIDA?: EL “AQUÍ Y AHORA”

Actualmente parece que la moda del “aquí y ahora” empieza a tener sus adeptos. Y este concepto aparentemente tan sencillo, me apasionó desde mi época de estudiante de psicología.
Es muy curioso como dos variables físicas como espacio (aquí) y tiempo (ahora) pueden ser determinantes en nuestra forma de percibir la vida y en nuestra capacidad para ser felices. 

Me refiero especialmente a dos puntos exactos en el intervalo variable de estos dos amplios conceptos. ¿Es así? 



El “aquí y ahora” es el presente absoluto en su estado más puro. Existe por decreto, y todo está ocurriendo en ese preciso instante, con lo que hablaríamos del único estado de auténtica realidad. 

El pasado sería “allí y otro momento”. Ha sucedido y no se puede cambiar, y por esa misma regla, ya no existe. Ha dejado de ser una realidad, puesto que ya ha ocurrido. 
Es un recuerdo, y por lo tanto, no es tangible ni válido en el momento actual. 
Es como si un producto hubiera sido desechado por llegar a su fecha de caducidad.

El futuro sería “donde y cuando”. No ha sucedido y puede no suceder. 
Como no ha ocurrido aún, tampoco es una realidad, y consecuentemente, tampoco existe. 
Es una ilusión, posible y/o probable, pero no confirmada en el presente. 




Dicho de modo más sencillo: sólo existe el presente, aunque nunca podremos negar la influencia del pasado, y a su vez, según lo que nos ocurra, podemos determinar un posible futuro. 

Esa es la cuestión. 
Por esa razón me apasiona el presente, el “aquí y ahora”. 
Es donde todo empieza y termina, con consecuencias en todos los sentidos y en todas las dimensiones de la psicología del ser humano.
El origen psicológico de este concepto, parte de la Psicología Humanista, surgida en Estados Unidos en la década de los años sesenta del siglo XX, dando mucha importancia a la experiencia no verbal y a los estados alterados de conciencia, para poder desarrollar totalmente el potencial humano.

Otras claras influencias de la Psicología Humanista fueron el Método Fenomenológico redefinido por Edmund Husserl, la Ontología de Martin Heidegger, y la Teoría Existencial de Soren Kierkegaard.

Dentro de la Psicología Humanista, este concepto del aquí y ahora es trascendental.

Si nos fijamos bien, trabajamos mucho más los momentos pasados y “posible futuro” que no en lo que nos está pasando en el momento presente. 
Se desencadenan los estados emocionales inestables, tristeza, ansiedad, miedo, dolor, etc. y nos centramos en cómo hemos llegado a ese punto y que nos ocurrirá mañana. 
Pero, ¿y hoy? 
Ese es el gran punto a valorar. 
El presente, el aquí y ahora, está lleno a rebosar de multitud de estímulos, sorpresas, situaciones, emociones, sentimientos, sensaciones, y sin embargo, parece que nos pasan más desapercibidas que lo que estamos recordando o nos empecinamos en imaginar.

Dejamos de vivir lo real para recordar lo sucedido o suponer lo que ocurrirá.

Deberíamos esforzarnos un poco en conseguir centrar la atención en todo aquello que nos rodea, nos afecta y nos condiciona AHORA. 


Si lo conseguimos, empezamos a notar un beneficio inmediato. 
Sonreímos con mayor facilidad, aumentamos nuestra capacidad de observación y comprensión, mejoramos nuestra afectividad, participamos más de las relaciones sociales y no tendemos a aislarnos con tanta frecuencia. 

Estamos en equilibrio con lo que sucede al mismo tiempo que lo que percibimos, vemos, sentimos. 
Es como formar parte de un todo que se mueve y cambia con nosotros.

Vivir en presente y disfrutar con todo lo que tenemos y podemos hacer, es algo muy necesario y aconsejable.

Sin duda, el pasado tiene un gran poder docente y nos ha enseñado muchas cosas.

El futuro puede alentarnos y predisponernos a estar ilusionados y motivados para conseguir los objetivos que nos hemos propuesto.

Pero lo realmente intenso, vivo y definitivo, que no admite dudas, es el presente que nos acompaña como un amigo inseparable que desea compartir su vida con nosotros.

Seamos responsables entonces de ser consecuentes o no con lo que queremos hacer, sentir y expresar.

No nos sirve demasiado vivir de los recuerdos ni de las ilusiones, que aunque pueden ayudarnos, tal como decía, no son realidades que puedan ocupar un porcentaje de tiempo mínimo en nuestro presente.

Intentemos disfrutar de la vida con lo que tengamos en cada momento, ya que no podemos tenerlo todo al mismo tiempo.