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dissabte, 23 de febrer del 2013

EL SILENCIO

En nuestra cultura, el silencio, es un estado personal y emocional, que en muchos casos, no sabemos cómo describirlo o valorarlo. Por defecto, es la ausencia del sonido, del ruido y de la palabra, pero no deja de ser una forma de comunicación, y más exactamente, de comunicación no verbal. 
Es de aquellos pocos conceptos complejos para ser entendidos en uno u otro sentido, porque parece que todo empieza o acaba con el silencio. Puede ser el todo y la nada, lo mejor y lo peor, lo más consciente y lo más inconsciente.
Ya lo dice el filósofo Francesc Torralba: “Al principio no fue la palabra, sino el silencio, y del silencio emergió la palabra con sentido”.
¿Qué sentimos ante el silencio que nos rodea, o ante nuestro propio silencio? Puede que sea la única forma auténtica de poder pensar sin interferencias, de comunicarnos con lo más profundo de nuestro interior, consiguiendo un posible vínculo ocasional para adentrarnos un poco más en los recodos inéditos de la mente, de los pensamientos, de las sensaciones y de las percepciones referidas a la vida que nos caracteriza y que nos ha tocado vivir.
Lo necesitamos para poder organizar lo que tenemos, lo que sentimos, lo que deseamos, lo que nos obliga, lo que nos satisface y lo que percibimos en nuestro día a día. Es un requisito indispensable para tener buena salud mental. 
Aunque el silencio pueda considerarse como un aislamiento extremo de todo lo que nos es exterior, es a la vez, la máxima probabilidad de hablar con sinceridad de nosotros mismos y de explorarnos sin interferencias ni influencias de ningún tipo. En este caso, y solo de este modo, el silencio es una herramienta terapéutica, que deberíamos utilizar tantas veces como fuera necesario. El silencio es algo muy especial y así lo reconoce Eckhart Tolle, escritor alemán, en su libro titulado: “El silencio habla”.
Callar y escuchar lo que pensamos y sentimos, es una forma de silencio personal y social, y no veo en ello nada malo como para evitarlo siempre que se produzca. La función del silencio debería ser la de una fuente de paz y no la de un almacén de amargura.
Ludwing Van Beethoven, músico y compositor alemán, decía con sabias palabras: “Nunca rompas el silencio si no es para mejorarlo”.



Vale la pena ver este corto vídeo de 2 minutos si disponéis de un poco de tiempo. Espero que os resulte interesante.