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diumenge, 17 de març del 2013

EL PODER DE LO SIMPLE


Prácticamente sin darnos cuenta, hemos llegado al convencimiento de que todo aquello que “es” o “consideramos” simple, no nos merece demasiada atención. Por alguna razón, necesitamos complejizar continua y constantemente todo aquello que hacemos, sentimos o planeamos. 

Identificamos incluso la inteligencia y el éxito social con lo complejo, llegando a desvalorizar en alto grado todo lo que por ser simple, resulta evidente desde su inicio.

No deberíamos confundir conceptos básicos que pueden llevarnos a graves errores de interpretación.

Simple” no significa “ingenuo” ni “tonto”, sino más bien “sencillo”, sin complicaciones. Y eso es precisamente lo que deberíamos intentar encontrar.

Estamos en la época de vivir de forma compleja y complicada, y desgraciadamente, cuanto más, mejor.
Álvaro Grisales, docente investigador de la Universidad del Rosario de Bogotá (Colombia), comparte en su BLOG lo que denomina “mapa mental resumen”, que pretende hacernos reflexionar de cómo intentar cambiar la forma en que las distracciones nos impiden generar otras alternativas, quizás mucho más eficientes y/o eficaces a nivel personal. 




Esta información está basada en el libro "El poder de lo simple" de Enrique Mariscal, que es Psicólogo, profesor de Filosofía y especialista en Planificación de RR.HH. de la UNESCO. 

Este libro intenta ser un oasis de reflexión, una toma de conciencia para luego seguir caminando con más horizonte.

Sus páginas llaman al descanso, a la tregua, no está escrito para ganar a nadie.

No propone una pasión triunfalista sobre ningún rival externo.

No invita a más consumo de lo innecesario.

Propone, a través de cincuenta meditaciones, acercarnos al poder de lo simple, investigar sus señales y escuchar sus secretos.

Cada paso requiere apertura, detenimiento, reflexión y cuidado. Carece de sentido apurarse para llegar al final, pues allí no hay nada significativo.

El tesoro está en el camino, todo adquiere importancia en el andar mismo. Las pequeñas cosas encierran la grandiosidad de la vida. 


Tal como exponen Raúl Peralba y Raúl G. del Río, (en su edición internacional basada en el texto original de Jack Trout y Steve Rivkin, “El poder de lo simple”, eliminando todo lo que puede resultar poco claro para un lector no norteamericano), el psicólogo americano John Collard, del Instituto de RR. HH. de la Universidad de Yale, describe los siete tipos de temores más comunes en el ser humano (todos tenemos alguno de ellos): 

1. Temor al fracaso.

2. Temor al sexo.

3. Temor a la autodefensa.

4. Temor a confiar en los demás.

5. Temor a pensar.

6. Temor a hablar.

7. Temor a la soledad.

Según parece, el no ser simple, o no buscar soluciones sencillas, es consecuencia del quinto de estos temores, el “Temor a pensar”.

El problema es que, en vez de pensar las cosas por nosotros mismos, dependemos de lo que piensan los demás.

Según el Dr. Collard: 
"No sólo cuesta trabajo pensar, sino que muchas personas temen hacerlo. Son dóciles y obedientes y siguen fácilmente las sugerencias de los demás. Se vuelven dependientes de otros para el trabajo mental y buscan un protector cuando tienen dificultades." 


La psicóloga americana Dra. Carol Moog se aproxima al problema desde otro punto de vista.

Ella dice que en nuestra cultura existe “una paranoia de omisión”.

Hay una sensación de que hace falta cubrir todas las opciones porque alguien podría ponernos en evidencia en cualquier momento.

No debería omitirse nada, pues podría ser fatal para nuestra carrera profesional. En otras palabras, si sólo se dispone de una idea y esa idea falla, no se tiene ninguna red de seguridad. Y, dado que estamos tan orientados al éxito, esto magnifica el temor número uno, el “Temor al fracaso”.

La gente se siente desnuda con una idea simple. Una serie de ideas posibles en una situación determinada permite que una persona piense que su posición está mucho más cubierta. 



Intentemos pues volver atrás en algunos de nuestros planteamientos. Dejemos que de nuevo fluya el sentido común y nos permita darnos cuenta de que, en muchas ocasiones, lo que se percibe, lo que nos parece, es realmente lo que es. 

Evitemos en lo posible adentrarnos en el complejo mundo de las asociaciones lógicas y emocionales que nos producen inestabilidad y confusión.

El encanto de lo simple radica en su propia esencia y no necesitamos entenderlo con análisis estructurales. Solamente hay que observar, y dejarse llevar por lo que nos produce aquello que nos envuelve.

Vivir es mucho más simple de lo que nos parece, pero por desgracia, nos han enseñado o hemos aprendido a ser tan complejos y difíciles de entender como nuestros propios conflictos y problemas.

Que cada uno decida como quiere continuar, pero eso si, a partir de ahora, ya debería ser más consciente de lo que puede o no hacer por su futuro.

Mucha suerte a todos.