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dimarts, 1 de març del 2016

LAS CURIOSIDADES EN LAS RELACIONES DE PAREJA

Cuantas veces nos hemos asombrado al tener sensaciones particulares, que aparentemente, no tenían un claro desencadenante en nuestra relación de pareja.

Desde mi punto de vista, como digo siempre, creo que lo mejor es explicarlo con un ejemplo. 

Ahí va uno de ellos ..... 

Supongamos que desde hace poco, estamos saliendo con alguien, a quién pretendíamos tiempo atrás, con lo cual, estamos en un momento de locura temporal transitoria, dónde solo vemos aquello que queremos ver, y por supuesto, nada más.



En este estado, parece que el tiempo se detiene y que nuestra mente se centra exclusivamente en esa persona tan importante, y desde ahora, imprescindible. Ofrecemos todo lo que tenemos, incluso lo que no sabemos si tendremos, pero lo importante es cuidar y dar a entender que solo tenemos una prioridad, nuestra pareja.

Nuestros esfuerzos por agradar y complacer no consiguen cansarnos, y es más, todo nos parece poco. En este punto empieza una pequeña cuenta atrás que sin elegirlo, recolocará a su lugar todas las emociones y sentimientos florecidos en estos primeros momentos tan apasionados de enamoramiento, deseo y dedicación.

Al poco tiempo, algunos meses quizás, entramos en la primera fase, y puede que empiece a aparecer una especie de sensación de ansiedad difusa que se nota en síntomas como los siguientes:


  • Problemas para conciliar el sueño como antes, o bien, despertar precoz, sueño intermitente o sueños agitados recurrentes, que no tienen razón de ser (o eso pensamos).

  •  Irritabilidad matutina, al medio día y vespertina, es decir, a lo largo de todo el día. 

  • Sensación de cansancio excesivo sin que a nivel médico exista indicio alguno (analíticas normales, funcionamiento orgánico normal, no problemas de tiroides, etc.).

  • Pequeñas añoranzas de los momentos que antes teníamos con los amigos, vaya, que echamos de menos alguna salida sin nuestra pareja pegada a nuestro lado, pero eso sí, con gran sentimiento de culpa.

  • Sensación de que puedo ser yo el que debo contenerme mucho más y no decir siempre lo que pienso, aunque sea una base la sinceridad desde el inicio y aprobada por ambas personas.

Se producen entonces ciertos puntos discrepantes que reflejan un pequeño descontento en ambas partes y que intentamos hablar y comunicarlo para resolverlo lo antes posible.

Pero en este punto, ya estamos en otro nivel, la segunda fase.

En esta segunda fase, empezamos a no ceder con tanta facilidad y a escuchar menos para imponernos un poco más. Iniciamos un pequeño forcejeo para intentar ganar con nuestro punto de vista al otro, y aunque podemos sentir algo de culpa, el nivel de la misma, es significativamente menor que al principio (ver primera fase).

Aparece entonces otro de los ingredientes especiales, la “suposición y/o duda” respecto a lo que veíamos en un principio, y lo que estamos viendo ahora. Está claro que algo ha cambiado y no sentimos la capacidad de mostrar tanta flexibilidad ni asertividad con las ideas del otro. Bienvenidos a la tercera fase, como en la película, que por cierto, también va de relaciones alienígenas.

En la tercera fase, las posturas de ambos son más consistentes y notamos una rigidificación progresiva de nuestra forma de pensar y sentir, que nos hace más vulnerables a discutir con determinación y una constancia, hasta entonces, inexistente. 

Negros nubarrones amenazan tormenta, y cuando se desencadena, sin ninguna duda, tragamos agua para satisfacer nuestra sed durante unos cuantos días.

Después del primer tsunami, impresionados por su destrucción, una tristeza apenada, una debilidad y una necesidad de generosidad “salvemostodo”, nos lleva a un acuerdo de “no agresión” y a mantener una calma ficticia para rearmarnos convenientemente hasta el siguiente tormentón. Esta es la cuarta fase , en la que vemos claramente que de lo que pensábamos a lo que es hay un buen trecho. El miedo hace su aparición con juegos malabares espectaculares:

¿Me he equivocado? ¿Debo continuar? ¿Sería mejor dejarlo? ¿Podré seguir solo? ¿Qué dirán los demás? 

Imagino que podemos hacernos un sinfín de preguntas, que en este momento, no soy capaz de exponer en este post, por falta de tiempo y espacio.

La quinta fase, es algo más retorcida y de augurios difíciles, y puede ponernos en una situación de enfermedad emocional, con vestigios de “muerte de pareja” si no lo remediamos. La dulce luna de miel, ha llegado a su fin, y lo mismo que al final del verano, empiezan las claras manifestaciones de la depresión POST-VACACIONAL.

Creo que estas cinco fases son lo suficientemente ilustrativas para describir un desarrollo afectivo en la relación de pareja, que seguramente, a muchos les parecerá que pueden identificarse parcial o totalmente con lo que ocurre. 


Volver a la realidad supone un duro golpe que no esperamos.

Es como si despertásemos de un sueño profundo y no pudiéramos creer lo que tenemos delante. La realidad, se transforma en un puño que golpea con dureza y exactitud. En poco tiempo se desmorona todo aquello que teníamos y esperábamos disfrutar.

No pretendo que seamos pesimistas ni negativos en lo que se refiere a las relaciones de pareja, pero es necesario ser conscientes del proceso que he descrito, para evitar en lo posible un malestar profundo y vital que requiere un duelo elaborado y mucho tiempo de sufrimiento para superarlo.

La realidad, es entonces una etapa de tránsito entre lo que suponíamos (pasado) y lo que se avecina (futuro), que curiosamente, vuelve a ser el centro de atención de nuestras próximas expectativas afectivas con un nuevo ciclo que puede repetirse de nuevo. 

El presente cobra mucha importancia como origen de lo que está pasando.

De lo ocurrido podría concluirse que en toda relación de pareja, se sufre un desgaste progresivo al estar conviviendo, y que solo con tolerancia, comunicación, comprensión y trabajo, conseguiremos que nuestra relación tenga un sentido y una continuidad en el tiempo.


Lo conveniente y lo que más nos gustaría, sería saber que podemos hacer para mantener viva la ilusión en nuestra relación de pareja. Expongo a continuación opciones que pueden ayudar, entre otras:
  • Sorprendernos con hechos sencillos.
  • Demostrarnos que somos importantes.
  • Cuidarnos y priorizarnos.
  • Acompañarnos en momentos complicados.
  • Compartir buenos y malos momentos.
  • Estar jugando a vivir en pareja, y como en todo juego, la teoría nos dice que nunca nos cansaremos mientras sea divertido. No olvidemos divertirnos en nuestra relación.
  • Que el deseo de seguir juntos sea fresco cada día, y por ello es necesario recordar, que lo único que realmente envejece, es el cuerpo, pero no necesariamente la mente, ni las emociones ni los sentimientos vinculantes.

Solamente así conseguiremos el equilibrio suficiente para satisfacer los paladares más exigentes, con lo que el desarrollo de la vida en sí, nos parecerá más plena y deseable. 

De todas formas, los comentarios de las parejas con una experiencia generalizada de muchos años viviendo juntos, convergen en el mismo punto, y es que la convivencia en sí, es uno de los detonantes del empeoramiento progresivo de la relación establecida.

Con el paso del tiempo, la relación se va apagando por sí misma y se transforma en una constante rutinaria dónde ambas partes aceptan con mayor o menor acuerdo la situación que mantienen, buscando en muchos casos, otras alternativas externas a ellos para compensar la falta de emoción presente con experiencias distintas, que al ser novedosas, generan interés, motivación y un pequeño paréntesis particular e individual, que disimula la falta de entusiasmo y apatía de lo que ya hace mucho que es habitual.

Afortunadamente, siempre existe la excepción de la regla, y algunas relaciones de pareja se salvan de la quema general. 

La posible explicación del porqué, la dejo un poco en el aire, y que cada uno se plantee que hacen distinto a nosotros esos afortunados que no entran en una de las estadísticas negativas que más dolor emocional produce, la separación.