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dissabte, 23 de març del 2013

LA PSICOLOGÍA INVERSA (PI)

La PI fue desarrollada por el neurólogo y psiquiatra austríaco judío Dr. Viktor Emil Frankl (1905-1997). 
Quizás su dramática experiencia como superviviente en los campos de concentración nazis (Auschwitz, Dachau), le permitió entender de forma distinta el como la psicología y el comportamiento del ser humano pueden variar en circunstancias extremas.



Después del psicoanálisis de S. Freud y de la psicología individual de A. Adler, el Dr. V. E. Frankl, nos aportó lo que él denominó como “Logoterapia”, que se apoyaba en el análisis existencial y se centraba en la voluntad de sentido, es decir, en la capacidad del ser humano en encontrarle sentido a todas aquellas situaciones que le obligan a enfrentarse consigo mismo. 
Para el Dr. Frankl, la búsqueda fundamental del ser humano se basaba en la voluntad de sentido como camino directo hacia la felicidad.

En 1946, publicó su libro “El hombre en busca de sentido”, una recopilación de experiencias límites en sus años de encierro, que analiza con detalle para averiguar e identificar cuáles son las razones que hacen que cualquier persona pueda aferrarse a la vida en situaciones parecidas, y cuál es nuestra verdadera capacidad humana de trascender las dificultades, descubriendo las verdades que nos ayudan a querernos a nosotros mismos.

Su libro, se desarrolla a partir de tres conceptos:

1. LA LIBERTAD DE VOLUNTAD. 
Todos somos capaces de tomar nuestras propias decisiones. Somos libres de escoger nuestro propio destino.

2. LA VOLUNTAD DE SENTIDO. 
No sólo debemos tener en cuenta las percepciones que provienen del “componente exterior”.

3. EL SENTIDO DE LA VIDA. 
Factor incondicional que no debe perderse, si es posible, bajo ninguna circunstancia. 


La logoterapia trataría más intensamente al paciente desde un punto de vista humanista-existencial, que médico-fisiológico.

Ese punto de vista más centrado en el sentido, y no en el poder como A. Adler ni en el placer como S. Freud, llevo a Frankl a utilizar la técnica de lo que llamó “intención paradójica” que consistía en inducir al paciente que intentara abordar de forma voluntaria aquello que trataba de evadir de forma sistemática, siendo en muchos casos la forma de resolver el conflicto al desaparecer el síntoma.

Es a partir de ahí cuando podríamos empezar a hablar de PI.

La PI se basa en la paradoja, es decir, lo opuesto a lo que uno considera cierto. 
Podríamos definirla como una herramienta o técnica de intervención psicológica que juega con la sorpresa, con lo que no nos esperamos. 

Debemos hablar entonces de otro concepto importante e íntimamente vinculado a la PI, la reactancia, entendida en psicología como una reacción emocional en contradicción directa a reglas o normas que pueden amenazar o eliminar nuestra respuesta de conducta.

La Teoría de la Reactancia Psicológica fue desarrollada por J.W. Brehm en 1966 y analiza la evolución de las reacciones psicológicas de un sujeto ante la restricción de la libertad. 
Esto resulta muy aplicable a cuestiones de intercambio de poder entre dos personas que desarrollan una relación de dominación/sumisión.

Por lógica uno tendería a pensar que mientras más insistente y violentamente reaccione un sujeto ante la limitación de su libertad, más difícil será "quebrarlo" y llegar al estado de sumisión. 

Sin embargo, no es así.

En el dibujo siguiente se halla expresado en la gráfica cuanto reacciona o se rebela un sujeto (reactancia) ante la restricción impuesta. Esto es aplicable a cualquier restricción de libertad, sea física o mental.


No nos gusta hacer aquello que no encaja en nuestra forma de ser o de pensar, y en muchas ocasiones, tendemos a rechazarlo totalmente, y curiosamente, acabamos haciendo lo contrario de lo que nos habían pedido.
Si creemos o consideramos que algo amenaza nuestra libertad de escoger lo que hacer, nos negamos a ello con total rotundidad. 
Tengamos en cuenta que, incluso cuando pedimos ayuda, en ocasiones, no permitimos que esa ayuda se desarrolle (no nos dejamos ayudar). 

Un punto que me gustaría comentar es el referente a como es considerada la PI a nivel popular. 

La gente suele pensar que la PI sólo funciona con niños y con adultos que no sean demasiado “avispados”, que es una clara manipulación y que es algo que conoce todo el mundo. 


En realidad, esa creencia no es cierta. Lo que ocurre es que no todo el mundo es capaz de utilizarla de forma adecuada.
Si la intención es usarla como método para conseguir que los demás hagan lo que queremos, estamos desvirtuando absolutamente una herramienta que puede resultarnos muy útil en otras situaciones. 

Si hacemos hincapié en el hecho de conseguir que el otro reconsidere su decisión, pero no por nuestro deseo, sino por su propia decisión, al descubrir alguna ventaja en lo que le decimos, facilitaremos a la vez un diálogo, una comprensión, una relación bidireccional y un resultado óptimo, tanto por parte del otro en satisfacción personal, como por nuestra parte en intención positiva.

La PI debería ser algo más que una simple estrategia de conseguir un objetivo. 
Podría convertirse en una de las formas de llegar al fondo de uno mismo y no sentir que se le impone algo por deseo, sino de que llega a culminar un objetivo, que por los motivos que fueran, había desechado o aceptado sin plantearse un profundo “porqué”. 



Todo y siendo adultos, nos cuesta mucho contenernos y aceptar sin pestañear que nos digan que hacer y cómo, ya que no damos crédito suficiente a todo lo establecido en general como norma social, y en cambio, nos despierta más interés aquello “prohibido” o negado por deseo ajeno.
Queremos defender nuestra libertad de acción y decisión por encima de todo, irritándonos mucho la aceptación pasiva y obligada por parte de los demás. 

Por esa misma razón, las personas acomodadas y normativas, no parece que sean tan afines a la PI como los más atrevidos o curiosos, en todos los aspectos circundantes de su vida.

Sea lo que sea, la PI existe y tiene una influencia. 

Dejo a cada uno el derecho y la opción de creer lo que considere más oportuno. 

En ese sentido estoy de acuerdo con una cita célebre de S. Freud:

- “si dos individuos están siempre de acuerdo en todo, puedo asegurar que uno de los dos piensa por ambos.”